Rembrandt, cumbre de la pintura holandesa


Contemporáneo de Rubens y de Van Dyck fue Rembrandt, de origen holandés y uno de los grandes maestros de todos los tiempos. Se lo ha llamado el pintor áureo, porque todos sus lienzos se destacan por los efectos del claroscuro.

En la multiplicidad de los temas, en la superabundancia de la producción, en la variación de los procedimientos, en la fijación de los asuntos abordados, siempre cifró el éxito de su pintura en el empleo del claroscuro, que le permitió lograr una luminosidad rara y excepcional.

Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669) tuvo siempre fe en su propia obra y en su capacidad, sin llegar por ello a la petulancia. No obstante la humilde condición de su padre, éste le dio una educación esmerada que lo preparó para ingresar en la Universidad, pero su auténtica vocación artística le hizo abandonar las aulas para entrar como aprendiz en el taller de un pintor llamado Swanenborch. Durante tres años estudió con él pintura y dibujo. Después trabajó en Amsterdam con Latsman, artista holandés que se había educado en Italia, país en el que recibió la influencia de el Caravaggio.

A los 18 años montó un espléndido estudio y se hizo anunciar como gran artista.

En 1631 comenzó una larga serie de retratos y cuadros para sus protectores. Mientras pintaba no descuidó el grabado, de los que se ha reunido una interesante colección. Rembrandt fue de una fecundidad realmente asombrosa y parece ser que jamás tuvo un momento de descanso.

En el curso de su existencia pintó y dibujó una gran variedad de asuntos, pero su mayor interés se concentró en el rostro humano. Sus padres debieron ser modelos muy pacientes, pues dejó de ellos centenares de retratos en diversas posturas; le gustaba realizar varios estudios de un mismo rostro, complaciéndose en presentarlo alegre, triste, asustado, preocupado o asombrado. También dejó varios autorretratos.

La técnica de Rembrandt fue un don innato. Al principio el trazo era apretado y duro, pero luego, librándose de tales ligaduras, fue vibrante y delicado aunque vigoroso a la vez, como lo demuestran, por ejemplo, los retratos de su madre.

A medida que se fue afianzando en el trazo, se perfeccionó en el color. Le interesaban los grandes conjuntos para explotar con habilidad artística los efectos de luz y sombra.

Querer explicar el genio supremo de Rembrandt es tan difícil como intentar copiarlo. Para alcanzar ciertos estados del alma se valió de la luz como único recurso de trabajo. Diríase que compuso en luz. Entre su abundante producción se destaca, por ejemplo, su Hombre con sombrero alto y negro y gorgüera al cuello.