Pintura moderna en Brasil y sus más destacados cultores


Un acontecimiento que repercutirá en la vida artística de Brasil es la llegada de la misión artística francesa contratada por el gobierno brasileño y que desembarcó en Río de Janeiro en 1816. Arquitectos, pintores y escultores fueron maestros y contribuyeron al embellecimiento de las ciudades y a la preparación de las futuras generaciones de artistas.

Dos pintores posteriores a estos comienzos y cuyas figuras se destacan en el siglo xix son Meireles de Lima y P. de Figueiredo e Meló. En la segunda mitad del siglo xix se destaca también la figura de J. Z. da Costa, quien consolidó su renombre con las decoraciones de la iglesia de la Candelaria en Río de Janeiro.

El primer pintor de carácter brasileño fue José Ferraz de Almeida Júnior (1850-1899), que dejó numerosas pinturas costumbristas y paisajes de su tierra realizados dentro de las formas académicas, con las que se había familiarizado en los años de estudio que transcurrieron en París. Un numeroso grupo de pintores de retratos, paisajes, escenas religiosas o costumbristas dieron también un lugar a este país en la pintura romántica y realista del siglo xix.

En el siglo xx llegaron a Brasil las corrientes nuevas en pintura, sobre todo expuestas por los literatos. En 1922 realizóse en San Pablo la Semana de Arte Moderno, que reflejaba las transformaciones que se operaban en Brasil; y provocó movidos debates sobre las nuevas manifestaciones artísticas. Además, en esos años se produjo paralelamente a la industrialización del país, que originó grandes fortunas personales, un movimiento de mecenazgo que facilitó la entrada de obras de arte extranjeras, enriqueció los museos, organizó muestras internacionales, como la Bienal de San Pablo, y llevó, en fin, a primer plano la consideración de los múltiples problemas que acarrea para un país el fomento de las artes. Por otra parte, la nueva arquitectura brasileña requirió la colaboración de los pintores, y con tal motivo renació la pintura mural en gran escala.

Cándido Portinari, Emiliano di Cavalcanti, Lazar Segal, Añila Malfatti, Alfredo Volpi, Tarsila do Amaral, Heintor dos Plazeres y otros intervinieron desde los primeros momentos en esta renovación de las artes, y las generaciones más jóvenes, entre las que se cuentan Da Costa, Serpa, Bandeira, Saldaña, Krajeber, etc., siguen de cerca todas las modalidades de la pintura contemporánea, dando a sus obras un marcado sabor autóctono.