Frank Lloyd Wright revolucionó con sus obras de arquitectura


Su figura de innovador puede ser estudiada a través de sus obras, muy numerosas, y de sus abundantes escritos. Dentro de la renovación arquitectónica contemporánea Wright encarna la concepción orgánica de la arquitectura, cuya organicidad hace depender de las condiciones reales de existencia de la sociedad para la cual construye el arquitecto, del lugar donde se construye y de los materiales que se pueden emplear en la construcción. Si una sociedad no es orgánica, su arquitectura no lo será tampoco. La verdadera misión de la arquitectura es, según Wright, “interpretar nuestra vida, puesto que los edificios se hacen para ser vividos y para ser vividos con felicidad; se construyen para contribuir a esta alegría de vivir”.

Desde 1887 Wright realiza muchísimas obras con las cuales, desde un principio, conquista extraordinario prestigio. Después del primer período, el de las prairie houses, en 1909 viaja a Europa y prepara el material para una gran exposición a realizarse en Berlín. Durante la guerra del 14 y después de esa fecha trabaja ininterrumpidamente, y alrededor de 1935 entra en su época de grandes obras maestras comenzando con el edificio de la Sociedad Johnson, en Racine, Wisconsin.

La influencia internacional de Frank Lloyd Wright fue grande, y en Estados Unidos su concepción de la arquitectura orgánica es seguida por muchos arquitectos que la opusieron a la concepción racionalista. La versión europea de esta última concepción entró en Estados Unidos a través de Walter Gropius y Mies van der Rohe, que llegaron allí en 1937, emigrados de Alemania, para hacerse cargo, respectivamente, de la dirección de la Facultad de Arquitectura de Harvard y del Instituto Armour de Chicago.

Otros europeos fueron llamados a Estados Unidos, tales como Moholy Nagy, Alvar Aalto, George Howe, etc., y en compañía de otros que ya residían allí, como Richard Neutra, vienes de origen, se constituyen en promotores y profesores de la nueva arquitectura estadounidense de los últimos años, ya sea dentro de la corriente racionalista, ya en la organicista.

Aunque ciertos autores consideran que los rascacielos no siempre representan ejemplos de buena arquitectura, hay que recordarlos como hecho notable en la fisonomía de las ciudades del siglo xx. Muchos de ellos han sido construidos con el solo objeto de garantizar una buena renta a sus dueños, de allí su tamaño. Los más famosos, Chicago Tribune, American Radiator Building (N. Y.), Daily News Building, Mc Graw Hill Building, Empire State, son de Raymond M. Hood, quien corona su carrera con la construcción del Rockefeller Center, de Nueva York, realizado en colaboración con Corbett, Harrison y Fouilhoux.

Los arquitectos de la escuela californiana, posteriores a Wright, tomaron de él la concepción del espacio, la flexibilidad de las plantas, la relación de los ambientes, el volumen del edificio como consecuencia del espacio interno; realizaron casas claras proyectadas hacia los jardines, cuidando también la arquitectura de éstos.

La urbanística en Estados Unidos se vio dificultada por el rápido desarrollo de las ciudades planeadas sobre un trazado de calles paralelas y próximas. Los ejemplos más considerables de organización urbana se encuentran después de la segunda Guerra Mundial, época en que se construyen nuevos centros de población diseñados según una unidad urbanística, edilicia popular y arquitectónica, como en el caso del barrio obrero de New Kensington, en Pennsylvania; la comunidad de Channel Heights, cerca de California, o las casas de Vallejo, en la misma región.