Arquitectura moderna en Estados Unidos de América


Hay factores que, aislados o en conjunto, han acelerado el advenimiento de la “arquitectura moderna”: una renovación del gusto hacia la simplicidad, la ausencia de decoración, la comodidad; la utilización de nuevos materiales (hierro, acero, cemento armado), los que desde principios del siglo xix se aplican no sólo en las obras de ingeniería sino también en las de arquitectura; las concepciones visuales derivadas de los nuevos lenguajes pictóricos; la situación económico-social, que en los siglos xix y xx obliga a buscar soluciones a la superpoblación de las ciudades, a mejorar las condiciones de vida de las grandes masas de trabajadores, a facilitar las comunicaciones.

Dichos factores han actuado tanto en Europa como en América, y la renovación arquitectónica ha sido contemporánea en ambos continentes; se pueden observar en las construcciones europeas y americanas, influencias recíprocas.

En Estados Unidos, la época del clasicismo puede fijarse entre 1790 y 1820. Se reproducen los estilos grecorromanos. La biblioteca de la Universidad de Virginia, construida sobre el modelo del Panteón de Roma y rodeada de pabellones dóricos, jónicos y corintios, destinados a habitación de profesores, es claro ejemplo de dicho “clasicismo”.

Entre 1820 y 1860, con Benjamín H. Latrobe, se aplican en Estados Unidos los modelos helénicos que se habían difundido en Europa en un movimiento denominado reviva! (renacimiento) ; sólo quedan al margen los constructores de las misiones españolas de California y algunos conservadores del estilo francés en Louisiana.

Llega luego el reviva! gótico como eco del que se produce en Inglaterra. Y llega en una época de economía floreciente, en la cual la gente que dispone de mucho dinero ordena estilos y reproducciones de obras de arte en serie. En Europa se reacciona contra semejante situación a través del movimiento denominado Otis and Crafts, y éste pasa también a Estados Unidos, donde se inicia una nueva era arquitectónica con la obra de Henry Hobson Richardson.

Paralelamente a la construcción de palacios oficiales, en los que se repiten estilos antiguos, se fue formando en Estados Unidos una tradición anónima de construcciones populares. En ellas se manifiesta el carácter de ese pueblo más inclinado a las aplicaciones que a los principios, adherente al confort, a la practicidad de cada ambiente y de la distribución general, a la libertad de las apariencias. En dichas construcciones se usaban los materiales más próximos al lugar, y se economizaba todo esfuerzo que tendiese a las decoraciones complicadas. Llegaron así a presentar un aspecto peculiar y, en algunos casos, sorprendieron a los mismos europeos por su sencillez técnica y su eficacia funcional. Éste es el caso de la construcción llamada balloon frame (estructura “aérea”), dada su ligereza, iniciada por George Washington Snow (1797-1870). Las casas balloon frame, la famosa silla Windsor y el puente de Brooklyn, de Nueva York, construido en 1870 por John Roebling, constituyen la base de la historia técnica de la arquitectura moderna de Estados Unidos. Además, la balloon frame establece un sistema de construcción desligado de prejuicios de distribución de las plantas, de modo que una casa puede ampliarse o reducirse según las necesidades o las condiciones sociales de sus habitantes, sistema que vendría a ser el germen del movimiento de arquitectura orgánica que tanta importancia tuvo, no sólo en Estados Unidos de América sino en todo el mundo.

Deben ser recordadas otras figuras de iniciadores de la arquitectura nueva: John Wellborn Root, que resolvió el problema de los cimientos de edificios altos en terrenos blandos; William Le Barón Jenny, quien proporcionó en su estudio un trampolín a las primeras figuras de la escuela de Chicago, entre las que se destaca la de Louis Henry Sullivan. Este último inició su actividad alrededor de 1880 en colaboración con el ingeniero Dankmar Adler, y por sus obras arquitectónicas (Auditorium, Bolsa de Comercio, Tiendas Carson, etc.) como por sus escritos (Kindergarten chais y The autobiography of an idea), quedará como el maestro indiscutido de toda una generación.

Aunque la obra de Sullivan no obtuvo el reconocimiento oficial, su ejemplo y sus enseñanzas cundieron por todo el país hasta provocar un verdadero lenguaje edilicio que ya era corriente en la época en que Frank Lloyd Wright, el mayor discípulo de aquél, comenzó a actuar.