Los aborígenes: raza y costumbres típicas de los mismos


Los primeros pobladores de la isla fueron los guanacahibes, que vivían en cavernas; posteriormente llegaron los arauacos, procedentes de Venezuela. Los tainos, pertenecientes a esa raza, se afincaron en el occidente, y, en los siglos xiv y xv, los caribes, que tomaron posesión de la parte oriental, se mezclaron con ellos y dieron origen a los ciguayos, que avanzaron hasta las Bahamas.

Al llegar Colón, los indios de Boriquén constituían un pueblo primitivo, manso y amante del terruño. Vivían en tribus, divididos en clases: el cacique era el jefe; el bohi-que, el médico-sacerdote; el nitayno, el subjefe, y los naboríes formaban la masa popular. Poseían sentido estético, se pintaban el cuerpo y se adornaban con collares de piedra. Nos han legado hachas, ídolos, collares, cazuelas de barro y numerosos vocablos; entre ellos son de uso corriente: bohío, hamaca, iguana, ají, guaraguo, múcaro, manatí, tabaco y tantos otros.

Sus diversiones principales eran el juego de pelota, el baile y la música, elementos estos últimos que utilizaban para celebrar sus areitos o danzas sagradas, donde la juventud aprendía la historia y las tradiciones de su pueblo. Tenían ideas religiosas primitivas y eran supersticiosos; rendían culto a unos ídolos llamados ce-mies. Creían que un espíritu benéfico, que moraba en lo alto del monte Luquillo, protegía sus vidas y sus haciendas, y que otro espíritu, llamado Juracán, símbolo del mal, era la causa de todas sus desgracias; por eso ofrecían frecuentes sacrificios a estos dioses.