La conquista de la isla y su muy lento progreso


Los españoles tuvieron la buena intención de civilizar y cristianar a los indígenas, y Ponce de León, nombrado en 1509 primer gobernador de la isla, comenzó dicha labor y logró, tras largo tiempo, vencer la resistencia de los caribes. En 1511, muerto el bondadoso cacique Agüeybana, y con motivo de la implantación de las encomiendas, establecidas por orden del virrey don Diego Colón, los indios se sublevaron dirigidos por el cacique Guaybana, pero fueron derrotados y su jefe ejecutado. A pesar de las victorias de Ponce de León, durante los primeros años de la dominación española, los caribes continuaron atacando a los europeos. En esa época se fundaron las poblaciones de Santa María de Guadianilla y San Germán, y se erigió el episcopado de Puerto Rico, con Alfonso Manso como obispo.

Como consecuencia de las continuas guerras y de la emigración provocada por el sistema de las encomiendas, la población indígena fue disminuyendo en forma alarmante; los sesenta mil habitantes que se calcula tenía en 1509, se habían reducido, en 1582, a diez mil. A fray Bartolomé de las Casas, defensor de los indios, se debió la introducción de los negros africanos en la isla, con lo que una nueva y efectiva esclavitud reemplazó a la disimulada de los indios.

Desde los primeros tiempos, los conquistadores españoles destinaron las tierras puertorriqueñas a la agricultura y la ganadería. De ellas obtuvieron gran parte de los bastimentos con que emprendieron la conquista de Tierra Firme, en especial la carne de puerco.

Para trabajar las tierras se llevaron esclavos africanos, y ya en 1530 había en la isla 1.600 negros, número tres veces superior al de los residentes blancos. Noventa años después del descubrimiento, a fines del siglo xvi, sólo existían tres pueblos en toda la isla: San Juan, San Germán y Santa María; el número de habitantes blancos no pasaba de 2.500, y el comercio era más bien escaso.

Corsarios ingleses, franceses y holandeses, bucaneros y piratas atraídos por la abundancia de ganados y la posibilidad de fácil botín, debido a la falta de medios de defensa, atacaron la isla varias veces. Drake trató infructuosamente de conquistarla, en 1595, e incendió a San Juan tres años más tarde, en 1598. El conde de Cumberland se apoderó de la isla y la retuvo durante varios meses. En 1797, los ingleses volvieron a atacarla, pero fueron rechazados, con grandes perdidas; ya por esa época la población se estimaba en más de 140.000 habitantes, incluyendo en esta cantidad unos pocos indígenas libres y muchísimos negros esclavos.