Santiago Marino, el caudillo oriental de las luchas emancipadoras


Pertenecía este caudillo de la independencia venezolana a una distinguida familia española, radicada en la isla Margarita, muy bien vinculada en la Corte, razón por la cual recibió el nombramiento de subteniente cuando todavía era niño. A los 22 años de edad, en 1810, la Junta Superior de Caracas lo ascendió a capitán, y poco después a teniente coronel por los servicios prestados en la campaña de Guayana. Luego fue nombrado comandante de la Costa y ascendido a coronel por su bizarra defensa de La Guaira. En este estado recibió la capitulación de Miranda y Monteverde, y se retiró a Trinidad. Allí supo la violación del tratado por Monteverde y que las cárceles estaban llenas de ciudadanos a los cuales se perseguía por el único delito de haber amado la libertad de su patria. Indignado por el proceder del jefe realista reunió a sus amigos y, en número de cuarenta y cinco, se embarcaron en dos piraguas para Venezuela. Con los esclavos de su hacienda formó Mariño un batallón, que pronto se vio engrosado por numerosos patriotas. Abrió entonces la campaña, y en siete meses logró libertar la región de Oriente y entró triunfalmente en la ciudad de Caracas.

Unido a Bolívar participó en la primera acción de Carabobo; pero después de la derrota de Aragua embarcó junto con el Libertador, quien posteriormente lo designó su mayor general y segundo jefe del ejército. En tal carácter se trasladó a La Guaira y obtuvo sonados triunfos, aunque sufrió también algunas derrotas. Recibió después de Bolívar el encargo de pasar a Oriente como primer jefe, y allí logró afianzar la independencia de Venezuela.

Fue uno de los organizadores del Congreso de Cariaco, germen del de Angostura, y se distinguió como diplomático en las conferencias que celebró con el general Sucre y el obispo Estévez.

Ayudó a Páez en la organización de Venezuela, y se retiró a la vida privada. En 1848, seis años antes de morir, fue designado comandante general de Caracas.