El teatro es en México un arte joven. Cómo surgieron los "teatros de bolsillo"


Se habían dado casos aislados como los de las actrices María Teresa Montoya y Virginia Fábregas, ambas merecedoras de las palmas académicas de Francia, pero sin que ello significara el esfuerzo de una generación.
Fue por el año de 1940, con Rodolfo Usigli, Celestino Gorostiza y Alfredo Gómez de la Vega, cuando principiaron a surgir grupos de aficionados en los que se formarían los profesionales, y crearían la atmósfera necesaria para el florecimiento del arte teatral. En 1939 llegó a México el director japonés Seki Sano, bajo cuya dirección se organizó una escuela de arte dramático. Con un grupo de actores montó en 1948 una histórica temporada de teatro realista; más tarde, para evitar los obstáculos que presentaba el uso de las grandes salas de espectáculos, el director José de J. Aceves, sirviéndose de lo que ya en otras ciudades se había experimentado, acondicionó un pequeñísimo salón en el que prosiguió la labor de educación del gusto por el teatro entre la masa. Visto el éxito que obtuvo, su ejemplo fue seguido por innumerables empresarios; se creó así la modalidad de los llamados teatros de bolsillo. En 1958 la ciudad de México contaba con más de 20 pequeños teatros que funcionaban ininterrumpidamente con obras de autores mexicanos y extranjeros. Salvador Novo, desde su cargo de director del Departamento de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes, hizo una seria aportación a este proceso, prestando facilidades a una generación de jóvenes autores de donde surgieron por su talento Sergio Magaña, Emilio Carballido y Luisa Josefina Hernández.