La intelectualidad peruana desde fines del siglo XIX


Buen número de personalidades representativas de las ciencias, las letras y el arte han florecido en el Perú en las últimas décadas del siglo pasado y lo que corre del actual. Bástenos citar a aquellos ya desaparecidos que han dejado obras maestras y sobre cuyo mérito ha recaído juicio definitivo y sereno. Bartolomé Herrera, Javier Prado y Alejandro Deustúa, educadores de relieve; Mariano Cornejo y José Carlos Mariátegui, polemistas y sociólogos; Manuel de Mendiburu, José Toribio Polo, Mariano Felipe Paz Soldán y Felipe Barreda Laos, historiadores de nota, y don Manuel González Prada, literato y crítico, político doctrinario y polemista de extraordinaria influencia en los movimientos juveniles de su tiempo, y aun en nuestros días.

Un lugar de relieve en las letras americanas debe ser reservado para José Santos Chocano, una de las voces más auténticas de la poesía americana. Cantó al pasado glorioso de la hispanidad, madre de pueblos libres en la América nueva; glorificó a los próceres ilustres que hicieron la patria peruana, y en sonetos perfectos y sonoros describió la exuberancia de la tierra americana y la grandiosidad de su naturaleza: bosques, volcanes, ríos y selvas. Algunos críticos literarios lo han considerado el tipo del poeta americano, épico de la heroica naturaleza en la que exalta el alma americana. Su producción es numerosísima, pues escribió sin pausa hasta el año de su muerte, que sobrevino en forma trágica en 1934.

Entre los dramaturgos, destácanse Manuel Asencio Segura y Felipe Pardo y Aliaga.

En el campo de las ciencias, sobresalen Federico Villarreal y José Sebastián Barranca.

El arte ha sido exaltado por la labor de los pintores Francisco Laso, Ignacio Merino, Teófilo Castillo y Daniel Hernández, laureados en el exterior, tanto como en Perú; por la de los músicos como José María Valle Riestra, autor de la celebrada ópera Ollantay, o los folkloristas como Teodoro Valcárcel y Daniel Alomías Robles.

En todas estas manifestaciones culturales, sus propulsores dieron impulso definitivo a la tarea de revalorizar el espíritu indoamericano e hispánico y el hombre de los Andes, devolviéndolo a su secular grandeza.