Presidencia de Alvear. Segunda presidencia de Yrigoyen. La revolución de 1930


Hipólito Yrigoyen llegó al término de su período sin perder la adhesión popular que lo llevara a la primera magistratura; en algunos sectores del partido se insinuó la posibilidad de la modificación del texto constitucional para permitir la reelección, pero el presidente se negó a ello. De tal modo, el candidato para la sucesión del gobierno habría de ser el doctor Marcelo Torcuato de Alvear, quien había acompañado al caudillo desde las jornadas del Parque.

Durante el gobierno de Alvear se intensificaron los vínculos culturales y económico-financieros con Europa, especialmente con Gran Bretaña y Francia; dos príncipes herederos, el de Gales y el de Piamonte, visitaron entonces la Argentina. Aumentó el volumen del comercio de importación, y, lógicamente, se produjo un significativo descenso en todo el nivel de la producción industrial argentina.

Desde abril de 1927 una intensa propaganda proclamó la fórmula presidencial Melo-Gallo, formada por radicales antipersonalistas, opuestos a la política de Yrigoyen. Pero éste obtuvo un triunfo aplastante (800.000 votos contra 400.000 de sus adversarios), pese a haberse lanzado su candidatura pocos días antes de los comicios. El 12 de octubre de 1928 Alvear devolvió a Yrigoyen el bastón y banda que aquél le había entregado seis años antes; el caudillo acababa de cumplir 70 años, y aunque conservaba plenamente sus energías mentales y su salud, una lógica disminución de su actividad bastó para que la paralización administrativa alcanzara al poco tiempo graves proporciones, acentuada en sus consecuencias por la crisis económica que, iniciada en los últimos años de la presidencia de Alvear, alcanzaba su período agudo al aproximarse el año 1930. Con todo, el presidente mantuvo con firmeza su conocida línea política en materia de resguardo de las fuentes de riqueza y de los resortes vitales, como los transportes ferroviarios.

La oposición conspiraba abiertamente, y el 6 de septiembre de 1930, finalmente, el general José Félix Uriburu, al frente de los cadetes del Colegio Militar y escasos efectivos, marchó desde Campo de Mayo sobre la capital. Yrigoyen renunció a su cargo. El Ejecutivo Provisional que enseguida se instaló, presidido por Uriburu, resolvió confinarlo en la isla Martín García; y allí estuvo recluido hasta poco antes de su muerte, acaecida el 3 de julio de 1933.