Los gobiernos de Uriburu, Justo, Ortiz y Castliio. La revolución de 1943. rawson, ramírez, Farrell


El general Uriburu anunció un programa de saneamiento de la administración pública y de reordenamiento general; tras una serie de conatos de restauración del régimen depuesto, que fueron desbaratados, y confinadas en Ushuaia muchas figuras radicales, el gobierno provisional convocó a elecciones generales. Los candidatos radicales fueron vetados por el Poder Ejecutivo, y en consecuencia la fórmula integrada por el general Agustín P. Justo y el doctor Julio A. Roca se impuso en los comicios. Poco antes de efectuarse la transmisión del mando estalló una revolución en Entre Ríos, que las tropas gubernamentales reprimieron violentamente; Justo pudo ceñir la banda presidencial el 20 de febrero de 1932.

Anunció el nuevo presidente su disposición de continuar la línea política y gubernamental de Mitre y Roca, lo que se propuso realizar también en el terreno económico.

En lo relativo a relaciones internacionales, la Argentina logró una victoria moral al triunfar sus esfuerzos para poner término a la guerra entre Paraguay y Bolivia; el entonces canciller, doctor Saavedra Lamas, recibió por ello el premio Nóbel de la Paz.

Otra gestión internacional de resultados sensibles para la economía argentina fue llevada a cabo por el vicepresidente Roca en Londres; se negoció un nuevo convenio de carnes, cuya discusión en el Parlamento argentino fue tan agitada que se atentó contra la vida del senador santafecino doctor Lisandro de la Torre y un parlamentario, el doctor Enzo Bordabehere, resultó muerto en pleno recinto de sesiones.

Al concluir el período de Justo se proclamaron las candidaturas de los doctores Roberto M. Ortiz y Ramón S. Castillo, que obtuvieron mayoría de sufragios, aunque los candidatos derrotados impugnaron los comicios argumentando fraude y falta de prescindencia oficial. El nuevo presidente debió renunciar dentro del bienio de su gestión, por razones de salud; como falleció poco tiempo después, el vicepresidente, que había asumido el gobierno interinamente, quedó a cargo de él. Castillo mantuvo con firmeza una política de neutralidad en la segunda Guerra Mundial, aunque se solidarizó moralmente con las naciones americanas envueltas en el conflicto; una de las medidas más acertadas del presidente Castillo fue el decreto de creación de la Flota Mercante del Estado, que permitió al país comercializar sus productos al amparo del pabellón neutral, y pese al bloqueo marítimo.

Un movimiento de oposición, basado especialmente en el discrecionalismo presidencial en materia de política interna, vino a desembocar en un alzamiento militar que dio término a su administración el 4 de junio de 1943.

Un gobierno provisional, presidido por el general Arturo Rawson, sustituyó al régimen depuesto; empero, Rawson renunció al día siguiente, y el general Pedro P. Ramírez encabezó el nuevo gobierno; durante su gestión la Argentina rompió relaciones con los países del Eje. El general Edelmiro J. Farrel sustituyó a Ramírez el 25 de febrero de 1944.