Cómo la imaginación hizo ver seres fantásticos en lugar de simples manatíes


Había además las sirenas y tritones, y son muchas las personas que aún creen que estos seres existen realmente. Los poetas han contribuido a mantener vivas estas leyendas. Las sirenas eran, en la imaginación de los antiguos, hermosas mujeres con cola de pez, y los tritones, los machos de la especie. Pero tanto las sirenas como sus galanes se reducían en puridad a manatíes de ambos sexos. Los poemas e historias nos pintan hermosísimas a las sirenas, pero los animales en sí son realmente espantosos y de aspecto repugnante y estúpido. Suelen tener unos tres metros de largo y se hallan provistos de un notable hocico carnoso, que termina en una especie de disco. La madre se distingue por el amor con que cuida a su hijo; para

amamantarlo yérguese en el agua, lo oprime contra el pecho y lo sostiene con una aleta, mientras nada con la otra; por eso los marinos, al verlos a cierta distancia, los han tomado a veces por una mujer que nadase con su hijo en brazos. La leyenda relativa a sus cabellos no es probable que tenga por base las crines que les rodean la cara y la cabeza. Los manatíes se alimentan de algas marinas; y es casi seguro que esas algas se han tomado por melenas. A cierta clase de sirenas se les dio el nombre de obispo de mar, porque se supuso que tenía la cabeza en forma de mitra.

La lista de cosas absurdas en que nuestros antepasados creían dista mucho de hallarse agotada; pero por las que acabamos de enumerar podremos comprender en qué mundo tan imaginario y fantástico vivían. No se crea por eso que somos tan superiores a ellos, pues en muchas aldeas, y aun en medio de ciudades populosas, todavía se encuentran personas que creen firmemente en simples y hasta disparatadas supersticiones.