LOS CANALES DE NAVEGACIÓN, UNA MARAVILLA DEL INGENIO HUMANO



Definir un canal es aparentemente sencillo. Podemos decir que un canal es un curso artificial de agua, construido para la navegación interna de un país o para unir dos masas de agua separadas por accidentes geográficos, como un lago y un mar, dos ríos caudalosos o dos mares entre los cuales hay un istmo. Sin embargo... ¡qué difícil es imaginar claramente el esfuerzo, el trabajo, el estudio, los sacrificios que demanda convertir esa palabra, canal, en una realidad geográfica y económica utilizable!

Desde hace milenios el ser humano construye canales. Fue ésta una de las primeras obras de ingeniería que realizaron las primitivas civilizaciones. Mucho antes de la Era cristiana hubo canales en Mesopotamia que comunicaban los ríos Eufrates y Tigris: se trataba en principio de zanjas estrechas y poco profundas, dedicadas más que nada al riego, parecidas a las modernas acequias. Sin embargo, bien pronto el hombre comprendió que esas arterias líquidas podían servir como medios de comunicación, rápidos y cómodos, entre puntos distantes.

Así nacieron los canales navegables. Se conservan registros en viejos papiros de la época de Ramsés I, faraón egipcio de hace 30 siglos, y en ellos se copian las órdenes del monarca para que se profundizara y limpiara un antiguo canal que unía la ciudad de Bubastis con los Lagos Amargos. Éste es el más remoto antecedente del moderno canal de Suez, como veremos más adelante.

Los chinos por su parte consiguieron abrir una red de canales navegables de alguna importancia, hace ya muchos siglos. Se conserva todavía, y sigue siendo utilizable, el Gran Canal que une a Pekín con Hang-chow a través de 1.600 kilómetros de distancia.

Los romanos, que fueron los ingenieros prácticos más notables de la antigüedad, -se utilizan aún hoy acueductos y carreteras de la época del Imperio-, comprendieron la importancia que tenían estos caminos líquidos. El propio Nerón proyectó la apertura de un canal que debía atravesar el istmo de Corinto, en Grecia, pero pese a que su longitud era pequeña -escasamente seis kilometros-, no pudo terminarse por las dificultades que presentaba el terreno rocoso que era necesario cortar. Mil novecientos años más tarde la técnica moderna permitió realizar exitosamente la difícil tarea.

En la América precolombina, los indios que vivían en el valle de México, en las grandes ciudades aztecas y chichimecas, buscaron canalizar las vías de agua laterales al gran lago de Tenochtitlán-Texcoco, pero fueron trabajos efímeros y de muy escasa importancia.

En realidad estaba reservado al mundo moderno la construcción de canales de uso práctico, duraderos, que pudieran utilizarse en forma ininterrumpida. Esto se debe al progreso de la técnica, a las nuevas máquinas excavadoras que se utilizaron, y en gran parte a un sistema que es maravilloso en su misma sencillez y que permite vencer obstáculos materiales que parecieran insalvables. Nos referimos a las esclusas.