Algunos de los precursores de la aviación


Durante los últimos años del siglo xix se multiplicaron los pioneros de la aviación. El alemán Otto Lilienthal y el francés Octavio Chanute utilizaron planeadores que les permitieron realizar vuelos desde lo alto de las colinas. Lilienthal ejecutó más de doscientos vuelos antes de accidentarse. Hiram Maxim, el célebre inventor inglés, construyó un aparato con el que casi logró volar en ocasión de experimentarlo, en 1894; pero abandonó sus estudios para dedicarse a otras actividades. El profesor estadounidense Langley ocupóse también del mismo problema, utilizando una máquina de vapor para la propulsión; el fracaso fue completo: dichas máquinas eran muy pesadas en relación con la escasa energía útil que producían.

En 1906 Santos Dumont realizó en París cuatro experiencias públicas con las que demostró las posibilidades del vuelo con “aparatos más pesados que el aire”, en la última de las cuales voló 220 metros a 6 metros de altura.

En Estados Unidos de América los hermanos Orville y Wilbur Wright, que habían perfeccionado un aparato volador impulsado por un motor de gasolina, realizaron en París, en 1908, vuelos que significaron la consagración definitiva de la aviación: en uno de ellos Wilbur recorrió 100 kilómetros, y en otro permaneció en el aire dos horas y veinte minutos, realizando evoluciones destinadas a demostrar la facilidad de maniobra que poseía su aparato.

El aire había sido definitivamente conquistado, bien que con aparatos sumamente sencillos; simples cometas, movidas por un motor, no por el viento. En pocos meses comenzaron a construirse máquinas voladoras en todos los países. Como era natural, consiguiéronse perfeccionamientos que hicieron más seguro el vuelo y más efectivo el dominio del aparato por parte del piloto. Construyéronse aviones con un solo par de alas o monoplanos, con dos pares o biplanos, con tres planos o triplanos. Casi al mismo tiempo comenzaron a ser diseñados algunos aviones gigantescos.