Nace el cine americano. El cine cómico. Carlos Spencer Chaplin


En 1907, Cari Laemmle funda la Universal Pictures. Se filma por primera vez en California: se trata de El Conde de Montecristo. En Nueva York, la Vitagraph organiza el primer elenco cinematográfico, agrupando en un mismo filme a Maurice Costello, Alice Joyce, Norma Talmadge y William Farnum.

Todos los productores partieron a la caza de valores. Ninguno, desde un principio, obtuvo mayor rendimiento que Mack Sennett. Si bien es verdad que el actor francés Max Linder, cuyos primeros filmes datan de 1904, ya obtuvo grandes éxitos interpretando con mucha finura y sutiles detalles de observación el papel de caballero en desgracia, no es menos exacto que su comicidad, llena de resabios teatrales, no era tan específicamente cinematográfica como la que en las cintas de Mack Sennett encontraba ancho cauce en qué explayarse.

Las caídas y los golpes, las persecuciones, las carreras de automóviles, eran los principales ingredientes que entraban en la composición de aquellas comedias burlescas en las que los policías, los bomberos, y, sobre todo, las bathing-beauties, las bañistas, desempeñaban un papel preponderante. Mack Sennett fue el primero en darse cuenta de que la imagen puede tener una gran fuerza persuasiva. Él fue el inventor del chiste visual, que había de convertirse en el caballo de batalla de todo el cine cómico estadounidense. Mack Sennett, con sus comedias de la Keystone, dio a conocer un buen puñado de artistas que luego adquirieron una sólida fama mundial: Mark Swain, Fred Mace, Mabel Normand, Roscoe Arbuckle -que se hizo célebre bajo el nombre de Fatty o Tripitas, Ben Turpin, Larry Semon (Agapito), Gloria Swanson y, sobre todo, Carlitos Chaplin.

Carlos Spencer Chaplin, nacido en 1889 en los arrabales de Londres, llegó en 1910 a Estados Unidos con un grupo de excéntricos dirigidos por Fred Karno. Chaplin creó, adoptando el nombre de Charlot (Carlitos, para Sudamérica), con que fue conocido en Europa, la figura más popular de la pantalla, el tipo soñador inmutable, hambriento de pan y de ternura e incapaz de adaptarse al ambiente que lo rodea. Su tremenda tragedia íntima provocaba risas sin cuento. Esa figura profundamente humana ha llegado a conmover a todas las gentes y supone la aparición de un auténtico genio creador que ha hallado en el cine su más adecuado medio de expresión.