El pequeño gran invento que permitió al hombre alejarse de las costas y hacer mejores mapas


La Edad Media significó un retroceso en el arte de hacer mapas. Por supuesto, los hubo bellísimos, decorados por verdaderos artistas, pero había en ellos más de imaginación que de realidad. Estaban poblados de nombres de países fantásticos habitados por seres quiméricos. Los cartógrafos que los dibujaron manifestaban la influencia de los relatos bíblicos y las leyendas griegas. Así, muchos de ellos pretendían dar la ubicación geográfica del Paraíso Terrenal o de los restos de la Atlántida, fabuloso continente que "un ¡ cataclismo habría hundido en las profundidades del océano, según relata Platón en uno de sus Diálogos.

Los mejores mapas fueron los que representaban las costas. Hasta que se conoció en Europa un invento extraordinario, la brújula, los hombres no se atrevían a perder del vista la tierra mientras navegaban, por temor a extraviarse en el mar, pueS aunque se guiaban por el Sol y las estrellas, éstos no eran lo suficientemente

exactos con los toscos instrumentos de observación de la época. La aguja mágica de la brújula marcaba fielmente el Norte, aun en alta! mar, y los hombres se atrevieron a ¡alejarse con cierta seguridad de retornar a la costa. Ahora tenían dos elementos con los cuales iban a poder saber dónde estaban: la dirección en que marchaban, dada por la brújula, y el: camino recorrido. Este último era medido por los antiguos navegantes así: tiraban un trozo de madera por la proa y tomaban el tiempo que tardaba en llegar a popa. Un sencillo cálculo les daba la velocidad, que multiplicada por el tiempo que llevaban navegando en esa dirección les daba la distancia recorrida. Para hacer estas determinaciones usaban relojes de arena o clepsidras. Estos instrumentos imperfectos daban la hora con un error que influía en el cálculo de las distancias y por lo tanto en los mapas hechos con ellas. Pero aun con este inconveniente se abrió una nueva era en la confección de mapas. La historia: de la cartografía está muy relacionada con la del reloj, como veremos en este mismo artículo más adelante.

La brújula, conocida por los chinos desde veinte siglos antes de la era cristiana, se difundió en Europa en el siglo xii. ¿Por qué los europeos no descubrieron a América hasta fines del siglo xv? Tal vez necesitaron ese tiempo para adaptar sus barcos costeros a la navegación de alta mar, o quizá! los retuvieron encerrados en un círculo imaginario de temores esos fantásticos mapas medievales. Una pregunta más ardua es ésta: ¿por qué los chinos, que tuvieron la brújula treinta siglos antes que los europeos, no se lanzaron a recorrer los mares, con la posibilidad de descubrir a América?

Casi contemporáneamente al descubrimiento del Nuevo Mundo se divulgó por Europa la imprenta. Los mapas dejaron de hacerse a mano. Ya no hubo bellos colores: vino el período de los mapas en blanco y negro, tan prácticos para la navegación como para el comercio.