Cómo y por qué se mueve el motor y partes que lo componen


Todos habremos observado, alguna vez siquiera, que cuando se acaba la gasolina el vehículo se detiene. Tenemos, por lo tanto, que este líquido volátil, que se obtiene por destilación del petróleo, es la fuente de energía, el elemento que da vida al motor. Empero, no es la gasolina tal cual la vertemos en el depósito de combustible del coche la que lo hace andar, sino el gas que se produce al mezclarla con el aire, operación que tiene lugar en un aparato llamado carburador. Este instrumento obra en forma parecida a esas maquinitas que utilizan en los hogares para echar insecticidas: el aire expelido por efecto del bombeo succiona el líquido por un tubo delgado desde el recipiente y lo pulveriza. En el caso del carburador, en vez de existir una bomba que empuje el aire, son los pistones o émbolos del motor los que, al descender dentro de los cilindros producen vacío, aspiran del carburador la gasolina, y la mezclan así con el aire en proporción acorde con el diámetro del conducto que conduce el fluido y la entrada de aire. Este gas. una vez dentro del cilindro, es comprimido por el mismo émbolo contra la tapa de cilindros. En ésta se halla enroscada una bujía de encendido, la que recibe electricidad de alta tensión desde una bobina. Al brotar la chispa eléctrica en la bujía, el gas comprimido se inflama y expande, empujando al pistón dentro del cilindro.

Vemos por lo tanto que el pistón o émbolo cumple una doble tarea: aspira y comprime la mezcla; luego recibe la presión del combustible expandido y transforma esa energía calórica en motriz al desplazarse hacia abajo dentro del cilindro.

El primer paso ya está dado. El motor se encuentra en movimiento. Pero resulta que el deslizamiento lineal de los pistones dentro de los cilindros no es suficiente para accionar las ruedas del automóvil; necesitamos convertir ese movimiento lineal en rotativo. Para esto existen otros dispositivos originales e ingeniosos dentro del motor; son ellos las bielas y el cigüeñal. Ahora bien, ¿cómo se produce esta mutación de sentido en el movimiento generado por la combustión del gas? Bastaría como explicación recordar cómo son accionadas las ruedas de una locomotora; pero nosotros iremos a un ejemplo más sencillo y claro: todos habremos observado alguna vez a una persona dándole manivela a un auto viejo para ponerlo en marcha. Pues bien, para nuestro caso, el hombro de la persona es el pistón; el brazo, la biela, y la manivela acodada, el cigüeñal. El hombro presiona y provoca un movimiento lineal en el brazo, y éste, fuertemente aferrado a la manivela, la hace girar. Otro ejemplo es el del ciclista. Lo mismo sucede dentro del motor del automóvil.

La rotación uniforme del cigüeñal, impelido a sacudidas por las explosiones de gasolina, se logra por medio de un pesado volante colocado en su extremo. Esta rueda, debido a su gran peso, absorbe los impulsos intermitentes y permite que el motor gire suavemente, sin vibraciones.

Los primeros automóviles con motores de gasolina eran ruidosos y vibraban muchísimo; al perfeccionarlos, el ruido se redujo con el empleo de silenciadores, y la mayor suavidad se obtuvo aumentando el número de cilindros del motor.

Tenemos, entonces, el motor funcionando normalmente. Bastará que el conductor suelte suavemente el pedal de embrague para que el movimiento rotativo del cigüeñal sea transmitido a la caja o seleccionado:' de velocidades. Desde éste, por medio de una serie de engranajes, el impulso motriz es llevado a las ruedas traseras a través de un eje transmisor o cardan. Cada vuelta del motor llega así, gracias a un mecanismo perfecto y sólido, hasta las ruedas impulsoras. (Hay coches, generalmente europeos, que tienen tracción delantera, c en las cuatro ruedas, como es el caso en el tan conocido jeep.)

Las ruedas, forzadas así a moverse, tropiezan con la resistencia que les opone el suelo, y como no pueden resbalar sobre él por los cortes trazados en la cubierta neumática y por el peso del vehículo, las ruedas giran y el coche se pone en movimiento como lógica consecuencia.

Y ya tenemos a nuestro automóvil recorriendo las carreteras gracias a la ingeniosa maquinaria que puede transformar la energía calórica del combustible en fuerza mecánica. Basta entonces apretar el botón de arranque de un automóvil moderno, y su motor se pone en marcha; otros botones ponen en funcionamiento las luces, la calefacción, el limpiaparabrisas, y en algunos modelos incluso accionan los cristales de las ventanillas. Un complejo circuito eléctrico provee energía para estos y otros accesorios que el coche posea. La energía eléctrica, que tanto sirve para los diferentes accesorios como para el encendido del combustible por medio de las bujías, la genera una dinamo movida por el motor; un acumulador o batería acumula esa carga eléctrica para los momentos en que el motor no funciona, especialmente para mover el arranque.