Un ferrocarril aéreo hasta el mar para llevar hombres y materiales


Para bajar estos materiales de lo alto del acantilado hasta el mar, construyeron un ferrocarril aéreo. Para ello sujetaron unos gruesos cables de alambre en lo alto del acantilado y en la plataforma de hierro, y, después, de aquí, a un piso de cemento construido sobre el lecho del mar. Estos cables eran tan fuertes, que hubieran resistido, sin romperse, un peso de más de cien toneladas. Dos de estos cables formaban una especie de ferrocarril para bajar unas vagonetas, y otros dos para subir otras. De este modo, cuando una vagoneta bajaba cargada de material, hacía que la otra subiera por los otros cables.

En las vagonetas iban los obreros a su trabajo, y cada una llevaba doce hombres a una distancia de unos 275 metros, por el aire y sobre el mar.

En este ferrocarril transportaban toda la maquinaria y los grandes bloques de granito que necesitaban. Algunos de estos bloques pesaban enormemente, y, sin embargo, todos fueron bajados sin percance alguno.

El granito procedía de Cornualles, y había sido cortado de tal modo, que las piezas ajustaban perfectamente entre sí. Para asegurarse de esta precisa condición, fueron primeramente montadas en tierra, numeradas y vueltas a desmontar, y después se las colocó en el mar siguiendo el orden de los números marcados.