El principio en que se basa la fabricación del hielo


Cuando un cuerpo pasa del estado sólido al líquido, o de éste al gaseoso, absorbe mucho calor. Si nos damos una fricción con alcohol podremos comprobarlo. Al evaporarse el alcohol, es decir, al pasar del estado líquido al gaseoso, saca de la piel el calor que necesita para ello y nos produce una marcada sensación de frío.

Ahora bien, lo que pasa con el alcohol también ocurre con gran número de gases, que, líquidos por efecto de las grandes presiones a que se hallan sometidos, se convierten nuevamente en gas tan pronto como se los libera de esa compresión, y uno de ellos -por otra parte, el más barato- es el amoniaco. Carro y Linden aprovecharon esta peculiaridad e hicieron de ella el principio de la fabricación del hielo. El proceso utilizado por estos dos inventores, en síntesis, es el siguiente: se hace penetrar poco a poco el amoniaco en tubos descompresores, donde se convierte en gas de manera espontánea debido a la baja presión. Estos tubos pasan a través de un estanque lleno de salmuera, a la que enfrían de manera extraordinaria.

La salmuera, que es una mezcla de agua y sal, como dijimos anteriormente puede llegar a alcanzar temperaturas mucho más bajas que cero grado centígrado sin congelarse. Pero, si ahora colocamos dentro de esta mezcla un recipiente o molde que contenga agua, entonces ésta rápidamente se enfriará, y al cabo de cierto tiempo tendremos en el molde un sólido bloque de hielo.