La cerraja, amenaza para los jardines y campos de rastrojo


Planta muy notable es sin duda la cerraja, que puede alcanzar la altura de un hombre y se presenta cubierta de flores diminutas, parecidas a las del diente de león, que segregan un jugo viscoso, semejante a la leche, si se las estruja. El follaje de esta planta, compuesto en la base de anchas hojas que van disminuyendo gradualmente de tamaño hasta terminar en las estrechas de la parle superior, le comunica cierta apariencia de espiga grande. Por fortuna, es planta anual, que sólo invade los jardines y los campos de rastrojo. Hacia fines del verano se ve la cerraja cubierta de una especie de velo blanquecino: son las cabezuelas que contienen los frutos; cada uno de ellos está provisto de un penacho de suave pelusa, llamado vilano, con el que, al desasirse de la planta volando en grandes grupos, se dispersa.

La pequeña planta llamada hierba cana ostenta inflorescencias en corimbo, compuestas de florecillas amarillas que se agrupan en capítulos. Las hojas son gruesas y los frutos son aquenios; las semillas, provistas de un diminuto penacho, se desprenden de la planta y van a parar a lo lejos.