La aguileña de las rocas atrae a los colibríes


La aguileña de las rocas pertenece a la familia de las ranunculáceas; es hermoso ver sus flores azules, purpúreas o blancas, como preciosas joyas, entre los peñascos de las colinas. Su esbelto tallo se balancea al menor soplo de aire, que la empuja contra la roca entre cuyas grietas ha echado raíces la planta; así, de este modo, deja caer su polen, que recogen los pistilos de otras flores de la misma especie. No la desatienden tampoco los insectos, aunque sólo los que están dotados de larga trompa pueden alcanzar el fondo de las flores, cuyos pétalos semejan cuernecillos, donde guardan el sabroso néctar. Los colibríes, al explorar en rápidos ataques los espolones de los pétalos, uno tras otro, van agujereando todas las flores.

En la aguileña americana la forma de espolones que afectan los pétalos no es tan exagerada como en las flores de las especies que se encuentran en Europa, las cuales tienen los pétalos tan grandes y de forma tan marcada que se podría tomar a las flores por pichoncitos que se picotearan por encima de los tallos.