La margarita, cuyas flores blancas y amarillas van colocadas ordenadamente en una plataforma


Algunos árboles o arbustos como el saúco y el viburno han adoptado el mismo sistema, reuniendo sus pequeñas flores en forma de grandes ramilletes. Pero el viburno ha ido todavía más allá, haciendo que las flores exteriores del ramillete renunciaran a sus pistilos y estambres para adquirir mayor desarrollo, a costa de sus facultades de reproducción; y, si nos fijamos en una de esas inflorescencias, en cima, que es el nombre que se ha dado a esta clase de agrupación, veremos que las flores exteriores son de un tamaño doble que el de las interiores. Sabemos que las plantas compiten unas con otras, como lo hacen los hombres; diríase que cierta planta llamada diente de león ha querido sobrepujar a las demás, ideando una combinación más práctica, que consiste en suprimir por inútiles los pedúnculos, reuniendo multitud de flores, sobre una especie de plataforma colocada en la extremidad del tallo. Lo que llamamos una flor, viene a ser, pues, un grupo de muchísimas flores, que se denomina capítulo.

La margarita ha imaginado un sistema todavía más perfeccionado. Efectivamente, también ha agrupado sus flores en capítulos, pero a fin de hacerlas más vistosas, ha dispuesto que las exteriores, que son sólo femeninas, desarrollen una corola blanca en forma de lengüeta, por lo que se la denomina lígula, y formen una corona que rodea a las flores de en medio y hace resaltar su color amarillo. De este modo pueden producir semillas, pues conservan sus pistilos, y los insectos les traen el polen, lo mismo que a las flores amarillas. Si cogemos una margarita y la comparamos con un diente de león, observaremos que en eso consiste la diferencia entre ambos. El cardo, la alcachofa, y la bardana, el crisantemo, el girasol, la dalia y el guayule, tienen todos flores compuestas semejantes a las dos citadas, pareciendo que las tres primeras han imitado al diente de león y las cuatro últimas a la margarita. Siempre que vayamos de paseo por los campos o los jardines, conviene que nos fijemos en las distintas flores, observando sus colores y sus formas, el lugar en donde crecen y los insectos que suelen visitarlas; así es como llegarán a interesarnos y a inspirarnos cariño.