La kalmia de hojas grandes y flores inodoras


Esta mata, aunque tiene próximo parentesco con la azalea, produce flores inodoras; pero se revisten éstas de tan brillantes matices que compensan, con su belleza, la falta de aroma. La planta llega a alcanzar hasta tres metros o más de altura, y las flores aparecen apiñadas, formando grandes ramos; su color recorre todos los tonos, desde el blanco hasta el rosado más vivo. Una corona de hojas lanceoladas, tiesas y de brillante superficie, rodea el ramo, cuyos vivos colores resaltan doblemente sobre aquel fondo verde oscuro. Cada flor merece ser estudiada por separado. Su forma es bastante parecida a la de un platillo; pero los bordes no son circulares, sino que presentan cinco lados. En cada ángulo, y en cada uno de los espacios que separan a éstos, se halla una bolsita, que se proyecta hacia el exterior como una diminuta protuberancia. Si examinamos una flor recién abierta, veremos que cada una de estas diez bolsitas guarda en su interior el extremo de uno de los diez estambres que posee la flor, del centro de la cual brotan estos filamentos, describiendo un arco. Si tocamos la parte superior de éste, aunque sea ligeramente, con la punta de un lápiz, nos sorprenderemos sin duda, porque los estambres retiran de súbito su extremo del interior de la bolsita y quedan rígidamente erguidos. Si es una abeja o un moscardón el que se acerca a la flor y roza los estambres, éstos le administran un buen porrazo al erguirse, y el insecto queda cubierto de polen, que fluye por la abertura de los dos curiosos jarritos que forman las anteras. Entonces el visitante emprende disgustado el vuelo, y se posa, tal vez, en otra flor que no tiene, como la anterior, preparado el lazo, en la que deja alguna cantidad del polen que cubre su cuerpecillo, frotándolo contra el estigma. De este modo cumple el insecto su misión, y fecundiza los óvulos en la segunda flor, enviando el polen a través del estigma, estilo y ovario, una larga prolongación hasta el óvulo.

Las ramas y hojas de la kalmia soportan perfectamente el transporte a grandes distancias; así es que en varios países se cortan de los arbustos en cantidades considerables, para emplearlas en el decorado de iglesias o de casas particulares. Pero al desecharlas no han de dejarse bajo ningún pretexto al alcance del ganado, porque este follaje contiene cierto veneno tan violento como la estricnina, y muchos animales han encontrado la muerte por haber comido sus hojas. Algunos niños se han envenenado también por mascar los retoños de esta planta, confundiéndola con otras que son inocuas.

La miel fabricada por las abejas con el néctar contenido en las flores de kalmia es también venenosa, según se dice.