Algunos animalitos que son beneficiosos por un lado y perjudiciales por otro


Existe otro animal, el capibara o carpincho, que es beneficioso en un sentido y perjudicial en otro. Tiene aspecto semejante a un gran conejillo de Indias, y es el mayor de todos los roedores. Su grueso y pesado cuerpo mide cerca de un metro de largo y pesa alrededor de 50 kg y es tan voluminoso, que cuando el capibara camina, casi le arrastra el vientre por el suelo. Torpe y desmañado en tierra, nada en el agua con gran rapidez y elegancia, gracias a sus pies semipalmeados. Es, además, un buzo consumado, y permanece debajo del agua durante varios minutos. Como sólo se alimenta de vegetales, presta muy buenos servicios en los ríos de América del Sur, evitando que sus orillas se cubran de malezas y que la excesiva vegetación llegue a obstruir enteramente sus lechos.

Desde este punto de vista, la presencia del capibara resulta beneficiosa; pero, cuando abandona los ríos para efectuar incursiones por los sembrados de caña, hace grandes destrozos, y por eso se lo persigue encarnizadamente. Se le da caza también porque su cuero es excelente. El capibara puede ser domesticado, y llega a convertirse en un agradable compañero del hombre en los solitarios páramos de América del Sur.

Otro animal de las mismas regiones, cuya presencia es a veces beneficiosa y a veces perjudicial, es el agutí, que si bien limpia de vegetación y malezas los bosques y pantanos, causa daños en las plantaciones.

El agutí es una especie de conejillo grande de Indias, con las patas muy largas, pero se halla dotado de una cola pequeñita que está casi oculta entre el pelo de la grupa, de la que carece aquél. Es muy veloz, pero se cansa muy pronto.

Las largas y delgadas patas del agutí nos traen a la memoria otros famosos roedores: el jerbo y la chinchilla. Esta última vive en los parajes pedregosos andinos de Perú y Chile, posee una linda piel, muy apreciada por la gran suavidad y finura de :su pelaje, y el tono gris azulado del mismo. Esta protección le permite resistir las temperaturas glaciales de las elevadas regiones de las montañas sudamericanas donde habita. Es un animalito muy curioso y sumamente aseado. Después de cavar en la tierra un pequeño agujero, que le sirve de vivienda, sale, y, al aire libre, se lava escrupulosamente la piel, hasta que no queda en ella la más insignificante partícula de polvo. Por sus graciosos movimientos, la chinchilla se parece al jerbo. Este otro animalito es un gran saltador, pero no se vale para saltar de sus cuatro patas, sino sólo de las posteriores que son muy largas, ayudándose con el rabo, que lleva un pincel de pelos en la punta, a guardar el equilibrio.