De qué modo la ardilla se despierta para comer luego de su sueño invernal


Aun en caso de que el viento haga penetrar la lluvia por una de esas aberturas, la ardilla sabe lo que debe hacerse para poner remedio. Coge entre sus patitas un poco de musgo y tapa el agujero por el cual entraba la lluvia, quedando así resguardada hasta que pasa el mal tiempo.

Aunque alegre y vivaracha, mientras duran la primavera, el verano y el otoño, la ardilla no permanece ociosa. Recoge nueces y bayas diversas, almacenándolas en los huecos de los troncos o en agujeros que cava al pie del árbol. Duerme por largo espacio de tiempo, mientras la temperatura ambiente es muy baja, pero cuando llega el buen tiempo, se levanta, corre a uno de sus depósitos, devora cierta cantidad de nueces y vuelve luego a su activa existencia.

Un viajero llamado Regnard dice que en Laponia, donde abundan las ardillas, es preciso atravesar muchos ríos y lagos. En ciertas épocas del año, las ardillas se trasladan de un lugar a otro, encontrándose en su camino con dichos ríos y lagos. Pero eso no las detiene, pues cogiendo la corteza de un pino o de algún otro árbol, la arrastran hasta la orilla y la echan al agua; se embarcan en ella, y se valen de sus grandes colas a manera de velas para que el viento empuje la corteza hacia la margen opuesta. Mas conviene no tomar muy en serio este bonito relato, que tal vez no sea sino uno de tantos cuentos inventados por los que viajan por lejanas tierras.