Los pardilleros aprenden el canto de las alondras, si son criados por éstas


En cierta ocasión un caballero colocó huevos de pardillos en un nido de alondras, donde fueron incubados por éstas; y cuando los pardillos se hicieron grandes, aprendieron el canto de los padres que los habían alimentado. Otros pardillos pequeños fueron criados por cogujadas e imitaron con el tiempo la manera de cantar de éstas. Posteriormente se los encerró en jaulas independientes, próximas a otras que contenían pardillos ordinarios, y a pesar de ello, conservaron el canto que habían aprendido de sus padres adoptivos.

Pero no por eso ha de creerse que todas las aves imitan el canto de aquellas en cuyos nidos se crían. ¿Qué diremos del cuco? La hembra de esta ave deposita sus huevos en los nidos de más de media docena de pájaros diversos; pero los cucos jamás intentan remedar el canto de las aves que los crían. Los canarios jóvenes imitan, indudablemente, el canto de los pájaros que los rodean, pero aunque uno de aquellos no oyese nunca a ninguna otra ave, cantaría con el tiempo su especial melopea, no tan dulce y variada como la que de ordinario entonan los canarios bien enseñados, pero sí una canción que no se confundiría con la de ningún otro pájaro que no fuese de su especie.