La curraca de cabeza negra y el petirrojo, dos pájaros cantores émulos del ruiseñor


En la época del buen tiempo suele verse en los bosques europeos un pajarillo de cabeza negra y cuerpo grisáceo, atracándose de bayas maduras de hiedra, el cual, después de terminar su comida, se retira a un lugar oculto en el ramaje y da principio a su canto. Es la curruca de cabeza negra, parienta de la curruca común, y, como ésta, muy beneficiosa para el hombre, pues, además de regalarle el oído, le limpia los sembrados de orugas e insectos. Durante la primavera y verano cría dos o tres carnadas de polluelos, siendo los de la primera todos machos, y hembras los de la segunda, por regla general. Esto, dicho sea de paso, es lo que suele ocurrir con muchos pájaros silvestres. No sólo es muy hermoso el canto de la curruca, sino que posee la rara propiedad de imitar otras tonadas; y encerrada en una jaula suele aprender con facilidad aires que se le tararean o silban.
Otro pariente del ruiseñor es el petirrojo, que frecuenta de ordinario los jardines y habita en la mayor parte de Europa. Distínguese este pájaro cantor por su plumaje pardo, con la garganta y el pecho de color rojo encendido, sus grandes ojos brillantes, su cola descaradamente erguida, su excesiva confianza y su melodiosa voz.