Del maravilloso conjunto de los seres animados


Al hablar del mundo, solemos considerarlo sólo como habitación del género humano, pero en realidad, nuestro planeta no es únicamente morada del hombre. Si sólo nosotros habitásemos el mundo, éste estaría casi desierto; habría inmensas extensiones del globo que resultarían del todo inútiles, pues hay muchos lugares de la tierra donde el hombre no puede vivir.

Pero no gusta la Naturaleza de parajes inhabitados. En todas las regiones de la tierra, en el mar y en el espacio, ha querido tener seres vivos. Y ha hecho circular la vida por todas partes, sin excepción.

Nuestra vista no es bastante aguda para percibir todos los ínfimos corpúsculos que viven. Si nuestros ojos tuviesen la propiedad amplificadora de las más poderosas lentes, veríamos que en el aire que respiramos pululan vivientes infinitamente pequeños; veríamos también que el suelo de nuestro jardín es un hervidero de insectos pequeñísimos; veríamos igualmente que en las gotas de agua que bebemos existen más criaturas vivas de las que podríamos llegar a contar. Sabemos que hay vida en el aire y en el mar. Podemos ver la medusa que flota en la cima de las olas. Sabemos que en el interior de los océanos circulan peces grandes y pequeños. Sabemos que bajo las aguas viven monstruos, tales como las ballenas v los tiburones, y que en enormes profundidades, en el fondo del abismo, permanecen todavía ignoradas criaturas, aunque ya se ha podido filmar, aun en colores, la vida en el mar a relativas profundidades.

Es decir, que la vida existe en todas partes y en diferentes formas, que responden a las diversas condiciones del medio ambiente. Además de los representantes del género humano, ha creado la Naturaleza muchos trabajadores, grandes y pequeños, que ejecutan la enorme labor universal. Unos son corpulentos, como elefantes; otros son tan tenues, que no pueden verse. Éstos vuelan en el aire; aquéllos nadan en el mar; los de más allá se arrastran sobre la tierra; algunos viven como amigos, entre nosotros; los hay, en fin, que llevan una vida salvaje en los bosques y en las montañas.