Las migraciones en el transcurso de las eras geológicas


El conjunto de animales que pueblan un país o región no solamente puede cambiar en su composición por una lentísima transformación en el tiempo, sino también por otros dos importantes fenómenos. Uno de ellos es la extinción biológica, o sea la desaparición definitiva de un grupo zoológico, una familia, un género, una especie. El otro, también muy importante, es el que aquí nos interesa en particular. Lleva el nombre de migración, y ha sido un fenómeno muy común en toda época biológica, como lo testimonian la Paleontología y la Geología en cualquier continente. Consiste en el desplazamiento, casi masivo, de un número apreciable de especies animales de una comarca a otra, en un lapso que, geológicamente hablando, puede calificarse de breve, aunque abarque uno o varios millones de años. Así, por ejemplo, los zoogeógrafos están de acuerdo en que, durante buena parte de la era secundaria o Mesozoica y casi toda la terciaria o Cenozoica (unos 150 millones de años), una amplia superficie del globo, que abarcaba por lo menos a toda Europa y Asia, se convirtió en un importante centro de origen y dispersión de mamíferos; era como una gigantesca fábrica que suministraba sin cesar productos ya elaborados a otras regiones de la tierra, aunque estuvieran muy distantes, como Australia y América del Sur. Muchas y variadas migraciones de mamíferos quedaron registradas, pues restos de estos vertebrados se conservaron fosilizados en las rocas sedimentarias.

Las migraciones han ocurrido, y aún ocurren, porque las formas vivas en general han tendido siempre a expandirse, a multiplicarse y, sobre todo, a aumentar el número de sus especies, esto es, a formar faunas cada vez más ricas y complicadas. Pero esas mismas complicaciones originan a su vez conflictos o choques entre las diferentes especies de uña misma fauna, pues parece ser que la Naturaleza no admite que vivan juntas dos especies casi idénticas, tanto sea en sus formas o aspectos corno en su modo de vivir; cuando esto ocurre, se produce aquel choque: se dice entonces que las especies entran; en competencia, y una de las dos perece (se extingue) o tiene que emigrar a otra región. Ninguno de nosotros concibe, por ejemplo, que en una misma obra de teatro actúen dos actores que representen exactamente el mismo papel; uno de ellos tendrá que asumir otro o bien desaparecer.

Así es como en la Naturaleza cada especie desempeña un papel determinado dentro del conjunto1 o sociedad a la que pertenece; si hay muchos animales distintos, como en las grandes selvas tropicales, habrá también muchas ocupaciones diferentes: unos serán acuáticos, como las nutrias o las focas; otros, arborícolas, como los monos o las ardillas; aquellos, hábiles corredores, como los antílopes; éstos, excavadores expertos, Como los topos; sin que falten los diestros voladores, como los murciélagos.

A veces, en estas sociedades animales o comunidades naturales, el equilibrio es casi perfecto; pero en otros casos esa armonía se rompe, y la competencia o lucha por; la vida obliga a conjuntos enteros de animales a desplazarse en busca de ambientes más apropiados. También han influido en las migraciones los cambios notables de clima, pues leste ha sido y es un elemento muy importante como regulador de la vida sobre la tierra: ni el más humilde protozoario, como una ameba, ni el más impresionante mamífero, como un mastodonte, pueden escapar a su influencia. En muchas ocasiones, el clima ha empujado de una comarca a otra a faunas enteras, a veces de Norte a Sur y otras en sentido contrario, según sus oscilaciones. Así, en Inglaterra se han descubierto restos fósiles de elefantes, hipopótamos y rinocerontes, animales que hoy día sólo encontramos limitados a latitudes mucho más cálidas; o bien se han descubierto en la hoy árida Patagonia restos de monos extinguidos y de árboles de regular talla, especies que ni remotamente podríamos encontrar con vida allí, en nuestros días.