Algunas víboras venenosas cogidas durante el invierno son completamente inofensivas


Los reptiles ofrecen curiosos ejemplos de sueño invernal. Mientras duermen algunas especies de serpientes durante el invierno, podemos tomarlas en la mano y examinarlas sin el menor peligro; no obstante, el experimento se ha de hacer con cautela, pues algunas sacudirán su sopor y podrán causarnos daño. Los aficionados a estudios sobre esos animales pueden obtener preciosos datos si conservan reptiles en algún lugar que reúna las mismas condiciones que los parajes en que éstos suelen habitar. Cítase a tal propósito el caso peculiar de las serpientes de cascabel o crótalos, que recorren en otoño kilómetros y más kilómetros, tan sólo para regresar a la guarida donde nacieron. Es decir, todos los individuos de la misma familia, sin tener en cuenta la distancia de los sitios en que durante el verano han provisto a su vida, se reúnen en el mismo lugar a la llegada del invierno, para pasarlo juntos.

Algunas víboras de las más peligrosas, cogidas en invierno son completamente inofensivas, pues su veneno no tiene eficacia durante tal estación; pero, como hay muchas que en invierno y en verano sen muy peligrosas y al salir de su letargo pasan por un período más o menos largo de mal temple, haríamos mejor en no arriesgarnos a tan caprichosos experimentos, a no ser que seamos guiados por alguna persona entendida.

Las ranas y los sapos nos ofrecen mayores y menos peligrosos medios de estudio del sueño invernal. Estos animales duermen profundamente en los más crudos inviernos; pero el dar con ellos es un tanto difícil, pues siempre buscan guaridas recónditas y casi inaccesibles al hombre.