Unas palabras acerca de las conversaciones en las pocilgas


Permítasenos recordar, ante todo, que los cerdos son, por naturaleza, limpios e inteligentes; sólo la incalificable crueldad con que se ven tratados por el hombre es lo que les obliga a adquirir los hábitos repugnantes que en ellos observamos.

Cuéntase de un cerdo famoso al que su amo enseñó a buscar y traerle la Cc.za que derribaba.

Tratábase de una puerca que tenía muchos hijos, y observó que éstos iban desapareciendo, uno a uno, mientras ella cazaba con su amo. Lo que ocurría era que la familia del dueño se los iba comiendo poco a poco. Una noche, la puerca desapareció de la casa, y su dueño despachó varios hombres para que la buscasen, los cuales la encontraron, con el resto de sus pequeñuelos, en los linderos de un bosque, acariciándolos tiernamente. Había tratado de ponerlos en salvo. Ignoramos los signos de expresión que usan las ballenas; pero lo que sí Sabemos es que las hembras son madres excelentes, que combaten, hasta perder la vida en defensa de sus hijos. 
También son muy valientes las iotas. El macho defiende a la hembra hasta perder la vida por ella. La madre, en cambio, no aguarda al atacante: llama a sus hijos con una voz que recuerda el balido de la oveja, y ellos, al escucharla, se arrastran hasta el agua. Con este mismo grito los llama cuando no amenaza el peligro, y con ellos se sumerge en el mar, para enseñarles a nadar.

Todos hemos observado que las ratas y los ratones tienen una manera especial de entenderse. Si una rata descubre por la noche un sitio donde existe bastante comida, vuelve a la noche siguiente llevando en su compañía varios congéneres.