Una serpiente que se esconde en las ramas de los árboles


Existen muchas especies de serpientes trepadoras; y entre las más ágiles se ¡encuentran las gigantescas boas y los1 pitones. Se ha creído que estos últimos eran los ofidios más grandes, pero no es así; el mayor de todos es un miembro de la misma familia, la de! los boidos llamado anaconda, reptil enorme que se halla principalmente en Brasil y en Perú.

En los territorios regados por el Amazonas, el Orinoco y los tributarios de estos grandes ríos, se la llama también boa de agua, y, según se dice, en estado adulto puede medir cerca de diez metros. Estos gigantescos ofidios son trepadores, viven en los ríos o acechan en las lagunas, inmóviles como el tronco de un árbol caído a lo que les ayuda su color oliváceo con manchas negras a ambos lados, pero aguardando ansiosamente la llegada de alguna presa. Fuera del agua no muestran tanta agilidad como la mayoría de los ofidios; pero sobre los árboles son activas y peligrosas. Se cree que los ejemplares de gran tamaño no temen arrojarse sobre el hombre.

Las boas y los pitones ahogan a sus víctimas arrollándose a su cuerpo y estrujándolas. Entre las boas la más conocida es la boa constrictor que habita en Sudamérica tropical, hasta el norte de Argentina; es de unos cuatro metros de longitud, coloración pardusco rosada, con dibujos notables formados por tres estrías negras de posición longitudinal en la cabeza, y en el cuerpo, manchas transversales, unidas entre sí y manchas ovales, de color rojizo, bordeado de negro, hacia la parte posterior del animal.

En el grupo de los pitones encontramos el pitón de Australia o serpiente de tapiz, de unos dos metros de longitud y color negro con manchas amarillas, propio de Australia y Nueva Guinea. El pitón de Seba, que mide de cuatro a cinco metros de largo, es de color pardo muy claro, con franjas transversales oscuras, bordeadas de negro. Es propio del África, donde en algunas regiones es venerado en templos cuidados por sacerdotes, mientras que en otras es perseguido por su piel, con la que se fabrican objetos de adorno, por su grasa que los indígenas utilizan como remedio, o por su carne que es comestible.