Los patos hacen grandes viajes, pero suelen tropezar en su camino con numerosos peligros.


En su mayor parte los patos americanos y europeos son aves migratorias, que se trasladan, al llegar la primavera, de los países tropicales, donde han pasado el invierno, a las altas latitudes septentrionales, donde acostumbran construir sus nidos y a criar a sus pequeñuelos. En el hemisferio septentrional, empiezan a trasladarse hacia el Norte en febrero, presentándose en pequeñas bandadas a lo largo de la costa, o remontando los valles de ciertos ríos, como el Misisipi, el Hudson o el Danubio, viajando de noche y dejándose caer, al amanecer, en las marismas o ríos poco profundos, para procurarse alimento. Y ésta es precisamente la ocasión en que los aficionados a la caza los acechan, construyendo previamente en las lagunas pequeños escondrijos, o aguardos, de tierra y cañas, donde no pueden ser vistos por las aves hasta que éstas se encuentran a tiro. También suelen los cazadores ocultarse en esquifes, o botecillos muy bajos, recubiertos de ramaje; además, esparcen alrededor de sus escondrijos una multitud de patos de madera, cuidadosamente pintados, llamados cimbeles o señuelos. Los patos silvestres, al ver a los que creen sus congéneres tan tranquilos en una laguna, suponen que no hay peligro en descender al lado de ellos, y cuando descubren su error es ya demasiado tarde. Los ánades y otros patos de América del Norte permanecen en los pantanos de dicha región durante todo el verano.

La domesticación del pato ha dado lugar a la formación de razas cuyo aspecto varía bastante. Entre las más apreciadas por su carne, se encuentran la de Ayleshury, de plumaje blanco con pico y patas rosados; son animales precoces, de buen peso y carne blanca, cualidad esta última que comparte la raza Peking también muy estimada.

El eider, una de las palmípedas más apreciadas, aunque su carne no es muy sabrosa, es de grandes dimensiones y habita en los climas fríos. Es de costumbres marinas y anida entre las rocas; congréganse, en número inmenso en sus criaderos, y las hembras se arrancan del pecho su magnífico plumón para prepararles a sus hijos nidos bien abrigados. Los hombres lo aprovechan para hacer de él almohadas, edredones y muchos otros artículos. Si le roban el plumón que ha puesto en el nido, la madre se arranca aun más, y el macho contribuye también con el suyo, aunque la calidad del de éste no es tan buena. Cada nido suministra aproximadamente 115 gramos de suave plumón.

Los gansos, ocas o ánsares proceden del ganso gris salvaje europeo, ave robusta que emigra de un lugar a otro. La mayoría de los ánsares que visitan las regiones enclavadas en las zonas templadas proceden de climas más fríos. Son todos voladores consumados, y la habilidad con que la branta marina, por ejemplo, evita el encuentro del hombre demuestra que estas aves no son tan estúpidas como generalmente se cree. Las ocas o gansos domésticos son criados con fines comerciales por su excelente carne. Entre las razas más apreciadas se encuentra la de Toulouse, de rápido engorde. De estos animales, sometidos a regímenes alimenticios y de vida especiales, se obtiene el hígado, que a veces llega a pesar 3 kg, con el que se hace la famosa conserva denominada paté de foie gras. También suministra su plumón, el que pasa casi siempre por ser de cisne. Con algunas de sus plumas se confeccionaban las plumas de escribir, antes que se inventasen las de acero que se emplean actualmente.

El miembro más aristocrático del grupo al que pertenecen los gansos y los patos es el cisne, el ave más majestuosa que nada sobre la superficie del agua. Los cisnes comunes que viven en los parques suelen ser blancos, pero también se ven con frecuencia cisnes negros, traídos de Australia, ese continente donde habitan tantas aves y animales extraños. Por espacio de muchos siglos soñaron los poetas con cisnes negros, pere nadie creyó nunca que pudiesen existir tales aves hasta que fueron descubiertas en Australia. Los rasgos característicos del cisne no varían mucho. Existe un cisne blanco, un cisne negro, y otro que es todo blanco, excepto el cuello, que es negro. Algunos, se supone que carecen en absoluto de voz; otros silban, y otros poseen una voz que recuerda el sonido de las trompetas.

Por fortuna, en algunos países constituye un delito el dar muerte a los cisnes, sin derecho legal. Son tan bellos y causan tan escaso daño, que, a excepción de esos malvados que no pueden ver un ave sin matarla, no es posible que nadie sienta deseos de hacerles mal. A pesar de ser tan grandes, vuelan con gran rapidez, lo que explica su inopinada presencia en lugares donde nunca habían sido vistos.

Todas las aves a que hemos pasado revista nos nutren con su carne y nos visten o abrigan con su pluma, pues hasta la carne del cisne es comestible, y nadie ignora cuan útiles servicios nos presta su pluma; pero existe un ave que utilizan los hombres para pescar con ella, a la manera que se valen del halcón para cazar: es el cormorán, cuervo marino de color negro lustroso que tiene el cuello tan flexible como el cisne, y un extraño pico ganchudo. Los chinos le enseñan a pescar. Salen a recorrer los ríos en una balsa con dos o tres de estas aves, las cuales se arrojan al agua en cuanto descubren un pez, lo atrapan y lo entregan a sus dueños.

Para enseñarles, les colocan un anillo de paja trenzada al pescuezo, de manera que no pueden tragarse los peces que cogen, y tienen que llevárselos a sus instructores, quienes después les dan de comer perfectamente. Una vez que han concluido su aprendizaje, no es preciso colocarles tal anillo, pues, sin necesidad de él, traen los peces a sus amos.