El pingüino y el pájaro bobo, cómicos animales que se sirven de sus alas para nadar


Es probable que el hombre asista a la desaparición de otras aves no voladoras. Los pingüinos y los pájaros bobos, curiosas aves marinas que andan empinadas sobre sus patas, y cuyas alas están representadas por dos pequeñas paletas, perecen por centenares de miles. Es necesario hacer una verdadera distinción entre los pingüinos y los pájaros bobos, ya que, habitual y equivocadamente, se les da el nombre de aquéllos a éstos. Los pájaros bobos se agrupan en numerosas bandadas para fabricar sus nidos en el suelo; pero todo su alimento tienen que buscarlo en el mar. Es indudable que en otro tiempo pudieron volar tan bien como cualquier otra ave.

El verdadero pingüino vive exclusivamente en el hemisferio Norte, en la región ártica. Es un ave pequeña, con plumaje negro pardusco en el dorso y blanco en la parte delantera; pico negro con una raya blanca, redondeado y comprimido lateralmente; alas y cola muy cortas. Se encuentra la mayor parte del año en alta mar, y en primavera se dirige a la parte septentrional del Atlántico, a las oquedades de los acantilados donde tiene sus criaderos.

Los pájaros bobos viven exclusivamente en el hemisferio antártico, donde se encuentran varias especies, entre ellas: el pájaro bobo del Cabo que habita el extremo sur de África, el pájaro bobo real que vive en el estrecho de Magallanes, y el pájaro bobo emperador que es el más grande del grupo y llega a tener hasta 80 centímetros de altura y suele pesar 40 kilogramos.

Todos los pájaros bobos tienen el plumaje negro en el dorso y blanco en la región anterior, pero de una especie a otra varía la forma de la distribución de cada uno de estos colores. Como excepción mencionaremos al pájaro bobo de moño dorado, que tiene en la parte superior de la cabeza, plumas de un tono amarillo muy intenso.

Pero, a la larga, la falta de uso de las alas produjo el efecto acostumbrado: cambió su forma y su aptitud. En lugar de las largas plumas que ostentan las de las aves voladoras, las alas del pájaro bobo no tienen ahora más que algunas plumas cortas, escamosas y rígidas.

El pájaro bobo anda por el suelo, con paso tardo y majestuoso, lo que le da un aspecto grave y extraordinariamente cómico; pero nada mucho mejor, y en cuanto entra en el agua, extiende sus patas y agita sus alas bogando como un marino en una canoa. Jamás hubiera olvidado su arte de volar si desde el principio se hubiese visto perseguido por el hombre, cuyas embarcaciones van a buscarlo ahora a las islas en que vive, en los últimos confines del mar glacial. Sus largos siglos de existencia segura y tranquila lo han transformado en un ser indolente y simplón, que no sabe temer al hombre, y se deja cazar sin dificultad, justificando a cada momento su nombre. Si el cazador se descuida puede recibir algún picotazo, pero un bastón o una escopeta le permiten derribar cuantas aves quiera. El cuerpo del pájaro bobo produce aceite, y las plumas del cuello tienen aplicación en la vestimenta femenina.

En algunos países el pájaro bobo está protegido por la ley, pero en otros perece a manos del hombre, en tal número, que tarde o temprano quedará del todo extinguido.