El merino alemán y el francés descienden del español


A fines del siglo XVII, reinando Luis XIV, fueron introducidos los merinos por primera vez en Francia; pero hasta mediados del siglo siguiente no se metodizó la importación. Los estudios sobre lanas, hechos por Dauventon, sabio naturalista, que proclamó como las mejores las españolas, decidieron al gobierno francés a favorecer la cría del merino, y su cruza con los ovinos naturales del país, y, un poco más tarde, a crear la cabaña nacional de Rambouillet, nombre que llevan los más espléndidos merinos franceses. El gobierno del Imperio fundó, entre otras, la cabaña nacional de Perpiñán, aún subsistente, que da los conocidos merinos de tipo algo diferente al anterior.

Contemporáneamente a las primeras importaciones en Francia, el Elector de Sajonia introdujo en Alemania los merinos españoles. A partir de entonces, sucediéronse allí las importaciones, sea directas de España, o sea indirectas, de Francia; y la cría y selección pasó por tres períodos distintos, caracterizados por el predominio de un tipo u otro. Durante el primero, los criadores se dedicaron a obtener la lana más fina posible, y predominó el tipo electoral, de origen español directo; en el segundo, se buscó la cantidad de lana, y se deseó buena carne: el tipo negretti, español también, tuvo la preferencia; en el tercero, desde 1863 hasta nuestros días, se quiso buena lana y buena carne: el Rambouillet francés suplantó a los anteriores.