Cómo cazan las hienas al amparo de las sombras


Las hienas tienen dientes extraordinariamente fuertes, pues con ellos pueden romper el hueso de la pata de un buey como si fuera una cascara de nuez. A falta de otra clase de alimentos, las hienas penetran en las poblaciones y se comen toda la basura. Si se limitaran a eso, deberían considerarse como animales beneficiosos; pero se apoderan, además, de todo lo que puede servir para saciar su hambre. Son tan cobardes, que no se atreven a atacar a un animal mientras éste permanece inmóvil; pero si logran hacerlo correr, se envalentonan y lo persiguen. Al efecto, se acercan sigilosamente a un caballo o a un buey y le saltan de repente a las narices, para espantarlo, con lo cual suelen conseguir que el animal emprenda la fuga. Entonces corren en pos de él, aullando y mordiéndole las patas, de manera que poco a poco se vaya apartando de sus compañeros. Cuando el pobre animal, rendido por la carrera y por la pérdida de sangre que le han causado las mordeduras, se desploma, por fin, en el suelo, las hienas se le echan encima y lo devoran sin dejar ni rastro de la desgraciada víctima.

Son tan numerosas en el mundo las especies de animales carnívoros, que no podemos nombrarlas a todas; pero hemos estudiado ya las más importantes, dentro de los grupos a que pertenecen. A todos esos animales y en general a los que se alimentan principalmente de carne, se los llama por la misma razón carnívoros.