Los enemigos del salmón y de qué modo lo protege contra ellos la naturaleza


Saciado su apetito con los alimentos sustanciosos que ha encontrado en el mar, experimenta el deseo de regresar al lugar de su nacimiento. Los salmones, grandes y pequeños, remontan de nuevo los ríos, y todos van con el mismo objeto: perpetuar la especie. Les conviene no perder tiempo, porque si bien los huevos del salmón son numerosos, sus enemigos son incontables. Las grandes truchas suelen comerse los nuevos que se escapan de los nidos; las aves y los peces devoran a los pequeñuelos en las corrientes; los salmones adultos se tragan a los pequeños, mientras éstos nadan río abajo; las gaviotas y otras aves que se nutren de peces, los cazan zambulléndose en el agua y ciertos peces de mar, junto con focas y vacas marinas, los acechan en las desembocaduras, hartándose de ellos.

Sin embargo, cuando el agua es pura y el camino ancho, la cantidad de salmones es asombrosa. En los ríos de la Columbia Británica y de Alaska, es tan enorme la multitud de esos peces que remontan por los ríos, que algunas veces llegan a llenar enteramente el cauce.