La mosca que mata a los enemigos del algodonero


Cuando ha alcanzado la larva determinado tamaño, muere el pulgón. Entonces abandona aquélla el cadáver y se teje a sí misma un capullo de seda, dentro del cual experimenta varias transformaciones, hasta que sale, al fin, bajo la forma de un icneumón alado. En tal estado vive a expensas de la savia de ciertas flores y acaba por buscar a su vez otros pulgones donde depositar sus propios huevos. A no ser por los icneumones, los hombres carecerían de defensa contra los ataques de las orugas de muchos insectos. De manera que debemos mirar como una fortuna el que sus ataques vayan contra insectos que figuran entre los más numerosos y perjudiciales del mundo.

Existe un importantísimo aliado del icneumón de nuestros jardines, constituido por la familia de los calcídidos, la que presenta numerosas especies. Aunque los habitantes de algunas regiones algodoneras lo ignoren, su prosperidad depende en gran parte de estos diminutos himenópteros. El algodonero tiene entre los insectos terribles enemigos, y los calcídidos son sus únicos defensores. Debido a su exiguo tamaño, no pueden luchar contra los insectos adultos; pero los naturalistas han averiguado que destruyen millones de huevos de éstos, evitando de esta suerte que sea el algodonero aniquilado por las larvas que de ellos saldrían.