La luciérnaga y su maravilloso resplandor fosforescente


Esta luz es debida a la fosforescencia de ciertas células grasosas que poseen tales animalitos, a las cuales van a parar muchos tubos que conducen hasta ellas el oxígeno necesario al efecto. El funcionamiento de esta luz es tan sorprendente como el de las baterías de los peces eléctricos. Los rayos de luz que emite este insecto se deben también a ciertos fermentos productores de luz biológica o fría, que es como suele denominarse. Los hombres deben obtener luz por medio del gas y la electricidad, pero no pueden producirla sin calor, como hace la luciérnaga; de modo que este humilde coleóptero se halla dotado de una habilidad que el hombre es incapaz de imitar.

La luciérnaga transforma en luz una parte de su energía, sin que se pierda nada en engendrar calor. El macho posee alas y vuela de un lado a otro en las noches de verano, dejando ver frecuentes destellos luminosos en intervalos muy cortos. La hembra carece de alas, por eso su fosforescencia es continua.

La cantidad de luz que emiten estos animalitos es muy grande, si se tienen en cuenta sus pequeñas dimensiones. Colocados en la oscuridad, un grupo de ellos alumbra lo bastante para leer cualquier papel impreso, o para ver la hora que marca el reloj. Existen numerosas especies de estos animalitos y de otros muy semejantes.