Un admirable insecto que permaneciendo quieto en un árbol desaparece de nuestra vista


El insecto palo mide hasta treinta y cinco centímetros de longitud y su aspecto es tal, que no lo distinguimos de la rama en que se posa, aun cuando nos acerquemos a corta distancia. En vano forzaremos la vista, daremos la vuelta alrededor de él, buscaremos los puntos de adherencia entre el animal y el vegetal. Un aficionado a las ciencias naturales hizo la prueba invitando a varios amigos a que le indicasen el lugar en que había colocado dos ejemplares vivos de este curioso grupo. Nadie acertaba a encontrarlos entre las delgadas ramas de la planta.

Pero cuando el aficionado señaló el sitio exacto, fueron divisados los insectos por los ojos inexpertos de los espectadores. Y es efectivamente admirable el caso de que varios hombres, prevenidos, no supiesen hallarlos. No obstante, así es, y así ha querido la Naturaleza que fuese.

Es claro que, mientras vuelan, estos insectos son fácilmente visibles. No todas las especies son aladas, pero algunas de ellas poseen dos pares de alas, un par más pequeño delante, y otro par mayor, detrás. Y aquí hay otra circunstancia que merece también nuestra admiración. Estando con las alas extendidas, vemos que las posteriores presentan su superficie dividida en dos partes: una dotada de colores brillantes, y la otra, lisa. Estas alas son, pues, fácilmente visibles; pero luego, de repente, no vemos ya más que unas cuantas briznas y ramitas; el animalillo ha desaparecido. ¿Cómo se ha operado este milagro? Las alas anteriores, más pequeñas e igualmente lisas, y semejantes a las partes del vegetal, cubren la parte vistosa del otro par de alas.