Mariposas que viven a salvo fingiendo ser aves


Pero si estos animales, como tantos otros, utilizan inconscientemente esta propiedad de su cubierta exterior, el hombre se ha revestido también muchas veces con los colores oportunos para hacerse invisible. Ocurría frecuentemente en las guerras de la antigüedad que las armaduras brillantes y otros vistosos atavíos militares revelaban a grandes distancias la presencia de las tropas. Aleccionados por la experiencia, los soldados modernos salen al campo vestidos con uniformes sencillos y de colores parecidos a los de la tierra, las rocas y las malezas. Este cambio en el arte de la guerra ha sido casi reciente; pero los más humildes seres de la Naturaleza combatían ya así desde hace quizás algunos millones de años. No lo realizaron repentinamente. No bastó para ello un día, ni una noche, ni un año.

Hay una mariposa cuya semejanza con el colibrí es tal, que los cazadores han disparado contra ella algunas veces, confundiéndola con esta ave. Rara «protección» parece ser ésta en favor de la mariposa; pero ha de tenerse en cuenta que tales mariposas ya existían mucho antes de que en el mundo hubiera hombres y escopetas. En tiempos antiquísimos eran perseguidas por aves insectívoras y por otros animales. Entonces pudo ocurrir que una o dos mariposas de esa especie nacieran diferentes que las otras; mayores y algo parecidas a un ave. Esta semejanza y su mayor tamaño fueron causa de que las respetaran las aves insectívoras, por creerlas de su grupo, y, naturalmente, las crías de éstas se parecieron a sus padres y les fue más fácil multiplicarse.

Reunidas en un grupo, las mariposas más semejantes a las aves fueron gradualmente ofreciendo los caracteres de una especie definitiva. Debieron así de sobrevivir a los peligros que las restantes no podían esquivar. Las más antiguas, las que conservaban su primera forma, debieron de ir extinguiéndose. La vida fue haciéndose para ellas imposible, porque al paso que las otras crecían, más servían de cebo las del tipo original, y de este modo, según lo que ya hemos indicado, el curso del tiempo debió de bastar para extinguir las pequeñas y conservar definitivamente a las que más se parecían al colibrí; estas últimas quedaron dueñas del campo y fueron extendiéndose por toda la región que perteneció a las primeras. En una palabra: debieron de sobrevivir porque estaban mejor dotadas para ello, porque inconscientemente habían tomado el aspecto de las aves y porque con ello habían engañado a sus propios enemigos.

Y este hecho, que en nuestro concepto puede explicar la gradual formación de la especie de mariposas semejantes al colibrí, es aplicable a la de otras muchas admirables criaturas que viven de la simulación. Su arte es el resultado del desarrollo alcanzado con el transcurso de las edades. El progreso vino poco a poco, y el cambio de forma, efectuado muy despacio, se ha hecho permanente, porque es necesario a la vida del ser que lo aprovecha. Hecho digno de recordarse: estas semejanzas de forma de la vida animal con el medio que las rodea, y, en general, todas las formas de vida que encierran mayor protección para el individuo, se conservan porque son necesarias al bienestar de los seres a quienes afectan. He ahí una de las causas de muchas cosas que ocurren en la Naturaleza; una explicación que nos puede ayudar a descifrarlas dentro del alcance de nuestras facultades.