¿Puede pasar la luz a través de una lámina delgada de metal?


Nadie desconoce que los metales son opacos, cosa que, por cierto, no es en modo alguno una propiedad privativa de ellos. La luz, como sabemos, consiste en ondas electromagnéticas que, como tampoco ignoramos, se propagan en el espacio. Pero dondequiera que exista materia, como, por ejemplo, la materia del aire o de una lámina de cristal, o de una plancha de metal, o de cualquier otra cosa, queda, hasta cierto punto, interceptado el paso de la luz. Aun la sustancia más transparente absorbe luz, como sucede con las lentes de cristal de calidad superior que se emplean para los instrumentos de óptica. Esto ocurre aun con el aire más puro, como es fácil comprobar subiendo a una elevada montaña, desde donde veremos el Sol más brillante, porque sus rayos tienen que atravesar una capa mucho menos espesa de aire para llegar a nuestros ojos. Si la materia produce sobre la luz este efecto, claro está que cuanto más espesa sea, tanto mayor será el efecto que produzca; principio aplicable a los metales, lo mismo que a otra clase cualquiera de materia. La única diferencia consiste en que los metales ofrecen una resistencia especial al paso de la luz, y por eso, para lograr que ésta los atraviese, es preciso batirlos hasta que queden reducidos a placas muy delgadas.