¿Por qué no caen al suelo los pájaros mientras vuelan?


Sabemos que el aire constituye un gran océano, tan efectivo y real como los de agua, y que el vuelo de las aves es en todo semejante a la natación de los peces. Pero, indudablemente, en el momento en que interrumpe un pájaro su vuelo, cae lo mismo que una piedra, porque su cuerpo es más pesado que el aire. Todo el que ha cazado pájaros ha podido comprobar este fenómeno. Sin embargo, aunque el cuerpo de las aves sea más pesado que el aire, es, no obstante, muy liviano, y se halla constituido del modo más admirable, con el fin de que resulte lo más ligero posible. Existen en su cuerpo espacios considerables llenos sólo de aire, y sus huesos, aunque fuertes, pesan poco.

Un cuerpo más pesado que el aire se puede sostener en éste si dispone de dos cosas: un plano de sustentación y una fuerte corriente que pase por debajo. Por eso no caen los papeles que vemos volar en un día de viento; si no hubiera viento, se precipitarían al suelo, y lo mismo ocurre si soltamos en el aire un papel hecho una pelota, aunque haya mucho viento. Las aves tienen el plano de sustentación en sus alas: al abrirlas y moverlas por medio de su potente musculatura producen la corriente que necesitan. Pero si el ave cierra las alas no hay plano ni corriente y cae al instante al suelo. Hay aves, como el cóndor o el albatros, que vuelan sin mover las alas, pero lo hacen aprovechando el viento. Las palomas, las gaviotas y otras aves vuelan a veces así, aprovechando las corrientes de aire, para dar reposo a sus alas.