¿Cómo se sostiene en equilibrio un tren en sus carriles?


Todos nos sentimos capaces de contestar esta pregunta; sin embargo, la mayor parte estamos equivocados. Si examinamos las ruedas de los trenes, veremos que poseen un borde saliente en su canto interior, al que solemos atribuir la permanencia de los trenes en las vías. Si esto fuese verdad, no habría tren en el mundo que llegase a destino. La verdadera razón es el perfil chaflanado de las llantas de sus ruedas. Si la llanta fuese llana, y descansase de plano sobre el riel, no habría pestaña en el mundo capaz de retenerla sobre él. Pero su perfil chaflanado viene a resolver el problema, porque la rueda encuentra mucha más dificultad en rodar sobre el borde contiguo a la pestaña que sobre el opuesto a ella.

Es decir, que para una rueda es más fácil rodar sobre el borde de menor diámetro, y las del tren se construyen de manera que éste sea el de la cara exterior. De este modo ambas ruedas pugnarán constantemente por descender hacia el medio de la vía, sumando sus esfuerzos para evitar que el tren se descarrile. Los objetos, al moverse, tienden a ejecutar el menor trabajo posible; lo que equivale a decir que siguen el camino por donde menos obstáculos encuentran, lo mismo que les ocurre a las personas.