¿De qué modo se empapan de agua las esponjas de tocador?


El efecto causado en el agua por una esponja es parecido al que se observa en un terrón de azúcar. Será más fácil que nos hagamos cargo de ello, si en vez de estudiar un objeto complicado, como una esponja o un terrón de azúcar, nos fijamos en un caso más sencillo, como el de un tubo de vidrio fino. Puede utilizarse cualquier clase de tubo, pero es preferible que sea de vidrio para que veamos lo que ocurre en su interior; y cuanto más delgado sea el tubo, más claro resultará el fenómeno observado. Un tubo muy delgado se parece algo a un cabello, y por eso el asunto que estudiamos se llama capilaridad, palabra derivada de la que en latín significa cabello. Si tomamos un tubo de esa clase y lo sumergimos en agua por uno de sus extremos, observaremos que el líquido se elevará en su interior, sin que efectuemos ninguna succión, hasta alcanzar un nivel más alto que la superficie del agua; y cuanto más fino sea el tubo, más elevado será ese nivel.

Esto no sucede, sin embargo, con algunos otros fluidos. El mercurio, por ejemplo, sufrirá una depresión y su nivel será más bajo dentro del tubo que fuera de él. Únicamente podemos decir que la superficie del agua se adhiere a los lados del tubo y sube un poco por su interior.

Pues bien; tanto la esponja como el terrón de azúcar se componen realmente de un sistema complicado de tubos muy pequeños y de forma irregular, que producen en el agua el mismo efecto que un tubo sencillo. El mercurio, por otra parte, no empapará la esponja ni el terrón de azúcar. La subida del agua en el tubo, en la esponja o en el azúcar, no tiene nada que ver con la presión atmosférica, y es cosa completamente distinta de lo que ocurre cuando se chupa el extremo del tubo.