¿Amplían nuestros ojos las imágenes de los objetos que vemos?


Ampliar significa agrandar, de suerte que, desde luego, podemos contestar a esta pregunta en sentido negativo. Cuando levantamos la vista y contemplamos el Sol, las estrellas o la Luna, nos hallamos en presencia de cuerpos tan inmensos que la magnitud de los nuestros es insignificante comparada con la suya; a pesar de lo cual, las imágenes de ellos que en nuestra retina se forman son sumamente pequeñas, comparadas con nuestros cuerpos.

Si nos fijamos en el tamaño de nuestros ojos y tenemos en cuenta que el de la retina tiene necesariamente que ser menor todavía, fácil nos será comprender que no es posible que amplíen las imágenes. Ampliar es hacer mayor la imagen que el objeto mismo, como se realiza en el microscopio, por ejemplo, que de un objeto diminuto, que apenas pueden percibir nuestros ojos, nos da una imagen tan grande como la aparente del Sol que vemos en el cielo. En estos casos no son nuestros ojos, sino los instrumentos, los que amplían el objeto.

Muchos insectos poseen ojos de forma y naturaleza enteramente distintas de los nuestros, y que parece que deben ampliar las imágenes de los objetos. Para esto tienen que servirse de ellos como de un microscopio, acercándolos todo lo más posible al objeto que quieren ver. Si nosotros hacemos lo mismo, es decir, si aproximamos demasiado los objetos a nuestros ojos, no veremos absolutamente nada, porque nuestros ojos no están hechos para mirar de este modo, sino para ver a considerables distancias. El mirar a lo lejos es lo que menos cansancio produce a nuestra vista.