¿Por qué los detergentes lavan mejor que el jabón?


Poco a poco se va abandonando el uso del jabón tradicional, al que reemplazan por las escamas o copos de jabón y, con mayor frecuencia, por los detergentes, productos de la destilación del petróleo y la gasolina, cuyo empleo comercial e industrial ha adquirido gran incremento después de la segunda Guerra Mundial, como consecuencia de la falta de grasas y aceites básicos para la fabricación del jabón común.

Para disolver y eliminar la grasi-tud o la suciedad, el agua tiene que penetrar en ella, remojarla, y este trabajo lo realiza mucho mejor con la ayuda del detergente que con la acción del jabón.

La acción de los detergentes se basa en la delicuescencia, propiedad que tienen algunos cuerpos de absorber la humedad y disolverse en ella. Podemos imaginarnos una gota de aceite o un trocito de grasa como si fuera un globito lleno de aire. De la misma manera que el globo posee una capa delgada de caucho que aisla su contenido del medio en que se halla, el aceite y la grasa tienen una película invisible que impide la penetración del agua.

Cuando se lava con jabón común es necesario golpear o restregar la ropa u objeto cuya limpieza se procura, a fin de romper esa película aislante. El detergente, mediante su acción química, la destruye, de tal modo que el agua puede disolver el aceite o la grasa. De esta manera un plato grasiento o un tejido manchado de aceite pueden ser limpiados con detergente mejor y más rápidamente que con jabón.

Los detergentes ofrecen también la ventaja de que la ropa sufre menor deterioro, al no ser golpeada como en el lavado con jabón común.