¿Qué se observa cuando uno se eleva por encima de las nubes?


Cuando nos remontamos en un avión por encima de las nubes, o cuando ascendemos tanto en una montaña que dejamos aquéllas a nuestros pies, hallamos precisamente lo que esperábamos encontrar. El aire es claro y diáfano, y el Sol -o las estrellas, si es de noche- se ven muy distintamente. Ambas caras de una nube se asemejan en extremo, y cuando las contemplamos desde arriba presentan el mismo aspecto que las nubes brillantes cuando las vemos desde la tierra. Claro es que, desde arriba, todas las nubes son brillantes, porque las vemos por el lado que el Sol ilumina. Si nos elevásemos en un avión sobre la niebla, presenciaríamos un espectáculo análogo.

Todos los que viajan en avión habrán visto que a la altura de varios centenares de metros al surgir de la niebla navega en una atmósfera clara y llena de sol. La niebla, vista desde arriba, presenta un aspecto brillante, porque gran parte de la luz que debía caer sobre la Tierra es reflejada por ella hacia los ojos del observador aéreo. Cuando no hay niebla, y sí sólo algunas nubes espaciadas aquí y allá, y nos elevamos sobre ellas en un avión, se ve de cuando en cuando la Tierra por entre sus intersticios, y este espectáculo es de un efecto magnífico. Claro está que no vemos girar la Tierra, porque la atmósfera gira juntamente con ella.