¿Por qué revientan tantas cañerías durante los grandes fríos?


Sabemos ya que el agua al enfriarse ofrece un fenómeno extraño. Por regla general, todos los cuerpos se contraen, cuando su temperatura desciende, y el agua también se ajusta a esta regla hasta alcanzar en su descenso la temperatura de 4 grados centígrados; pero a partir de aquí, aumenta de volumen hasta el momento de helarse. Así, pues, el agua, al convertirse en hielo, ocupa mayor espacio que cuando permanece líquida. En la estación invernal se congela algunas veces el agua en el interior de las cañerías de las casas, y, como acabamos de ver que aumenta de volumen al congelarse, las cañerías que la encierran y que se oponen a este aumento de volumen, revientan. Este hecho nos da una idea de la fuerza que tal cambio de estado desarrolla. Mientras el agua permanece helada, claro está que nadie se da cuenta de que la cañería ha reventado; pero, cuando sobreviene el deshielo, el agua se escapa a través de las hendiduras de los tubos, y, si esto no se advierte a tiempo, puede ocasionar graves perjuicios. Por eso muchos creen que es el deshielo el que revienta las cañerías; pero ya hemos explicado que esto es un gran error: el agua, al helarse, revienta las cañerías, y, al deshelarse, lo revela.