¿Por qué subimos siempre a la superficie del agua, cuando nos sumergimos en ella?


No es fácil responder a esta pregunta, porque, en primer lugar, es posible sumergirse y no volver a subir, lo que puede suceder fácilmente cuando una persona se arroja al agua desde una altura considerable en un lugar donde el fondo es fangoso y poco profundo, y no ejecuta los movimientos necesarios para subir. Para evitar que el cuerpo se clave en el fondo basta girar hacia arriba las manos al penetrar en el agua, con lo que se varía la dirección que aquél lleva.

Aparte de esto, la razón por que el buceador sale a la superficie hay que atribuirla en parte a la acción de los brazos y piernas, bajo la influencia de un poderoso instinto de conservación, que le impulsa a buscar el aire; y en parte también a la reacción elástica con que responde el agua a la compresión ejercida sobre ella. Debemos también recordar que la presión del agua sobre un objeto cualquiera crece a medida que éste desciende, y el cuerpo de una persona, con los pulmones llenos de aire, es muy poco más pesado que el agua, si lo es algo en realidad.

El caso varía por completo si se trata de una persona que ha recibido algún daño o que no está acostumbrada a nadar y expulsa dentro del agua el aire que contienen sus pulmones, inspirando agua en sustitución de él, lo que equivale a dejar entrar el agua en los compartimientos estancos de una embarcación.